10 febrero 2008

Epílogo

Sirva la presente para comunicar el cierre de este blog. Han sido dos años tremendamente intensos y absorbentes que han terminado por sobrepasarme y explotarme en la cara. Hay cosas que no se pueden hacer. Hay cosas que no se deben hacer. Por ello no me queda más remedio que notificar que Zar Polosco ha muerto, que el Zepporro Altisonante ha muerto. Carlos sigue vivo, pero se moverá por otros derroteros.

De estos dos años me quedó con los lazos que he establecido, con las amistades que he hecho. Voy a estar ausente por un tiempo, no sé cuánto. Tengo que ordenar mi mente, aclararme, establecer prioridades, encontrar el equilibrio y eso sólo me lo va a dar el tiempo y la rutina. Cuando recupere la noción de la dimensión pasaré a saludaros. Confío que sigáis en la blogosfera muchos años y que lo hagáis como hasta ahora. Tengo también direcciones de correos electrónicos que guardaré como oro en paño. Que desaparezca no quiere decir que olvide. Os he querido mucho. Os quiero mucho.

Un abrazo muy fuerte.

03 febrero 2008

Horquillas

Hoy quiero dedicar esta entrada a la mujer más feliz del mundo, a Ana. Cuando Berta nació, Ana compró una tonelada de horquillas para poder jugar con su hija a hacer peinados. Berta nos salió pelona pero hoy, por fin, más de quince meses después, Ana ha podido ponerle dos horquillas. Enhorabuena, mi amol. El futuro es tuyo.

P.D. Un poco de etimología:

"Lo irlandeses lo llamamos uiesquebaugh, que significa agua de vida; los ingleses lo llaman whiskey...sólo agua. ¡Ay, si el agua tuviera el buen cuerpo y el brillo honrado de este líquido, dejaría de navegar sobre ella y me dedicaría a nadar".

Extraído de "La Taza de Oro" de Steinbeck. Qué hijoputa era Henry Morgan. Cuando haya anexionado Francia a la República Serenísima de la Gran Medusa creo que invadiré la Gran Bretaña. A tal efecto ya he comenzado a diseñar la Armada Superinvencible, que se pasará por el forro los elementos.

Otra cita, que me lleva a mal traer: "El más humano de todos los rasgos humanos es la incongruencia".

31 enero 2008

Tendiendo asintóticamente a cero

Hace ya unos cuantos años, cuando aparecieron los contestadores automáticos, a la gente le dio por tratar de ser brillante e ingeniosa en sus mensajes. Llamabas a cualquier sitio, se ponía el contestador y, bueno, a soportar al humorista que todos llevamos dentro. La mayoría de las veces resultaba de vergüenza ajena, pero luego la fiebre pasó y todo volvió a ser normal, anodino, discreto. Como debe de ser.

Con los móviles, el capítulo de disparates se ha disparado. Es un negocio el tema de politonos y demás. Tengo un amigo de Belmonte al que he dejado de llamar pues, cada vez que lo hacía, me tocaba esperar escuchando el “Imagine”, una de las canciones que más aborrezco (algún día pondré mi lista pedante de las diez canciones más sobrevaloradas). Aunque, cuando salta el buzón, lo normal es que te hable una máquina y suelte su retahíla neutra.

Este lunes pasado anduve casi todo el día por la provincia de Castellón. Me llamaron desde la oficina para decirme que había una persona interesada en que le pasáramos presupuesto. Hablé con él, me dejó los planos sobre la mesa y quedé en contestarle.

Este miércoles, cogí los planos, los extendí y comencé a estudiarme la obra. Es una ampliación de una vivienda a lo alto. No encajaban los planos con la medición, aparte de que no terminaba de tener claras dos o tres cosillas con respecto al montaje. Cogí el teléfono y llamé. Me saltó el contestador con el siguiente mensaje:

Hola, soy Toni. Si cuando vea tu llamada perdida o escuche tu mensaje no te contesto es porque, francamente, no me interesas.

Con el tonito del no me interesas retumbándome en los oídos doblé cuidadosamente los planos, los metí en una carpeta y pensé para mis adentros: ya me llamarás, ya.

29 enero 2008

Burocracia...su lechuguita

Le he pedido a Gandul Sagaz una idea para una entrada que ando espeso y perezoso para escribir lo que tengo por ahí anotado pendiente de desarrollar y me ha dicho que mañana hay que pagar el IVA, que para ideas está él, que son los seis y aún tiene que ir a la gestoría y que le dejase en paz.

Pues en paz te dejo. El undécimo, no estorbar.

Sin ideas sigo. Trabajaré un poco. Y generaré calor. Es uno de los principios de la termodinámica, ya no recuerdo si el primero o el segundo, la equivalencia entre calor y trabajo, que fue realmente enunciado por Dios al dirigirse a Adán tras haber mordido éste la manzana al decirle: ganarás el pan con el sudor de tu frente.

27 enero 2008

Cuesta abajo en la rodada

Hace tiempo que no escribo de fútbol. Me suelo desahogar en el blog futbolero de Sisterboy y en otros de tendencia colchonera, especialmente en el de Fernando y, siendo el fútbol tan rápido e inmediato, pues con eso mato el pronto y dejo mi blog para otros contenidos, no sé cuales, pero otros.

Mas hoy no va a ser así. Toca fútbol. Bueno, toca Atleti, que hay veces que tiene que ver con el fútbol como “La tormenta de hielo” con el cine (con perdón). Toca Atleti pues, un año más, aquí estamos de nuevo cara a cara ante una segunda vuelta eterna, insufrible, bochornosa, grotesca y no añado aquello de kafkiano y dantesco pues no soy periodista. Una segunda vuelta de esas en las que, tras cada partido, el equipo se conjura para salir de la crisis. Una segunda vuelta en la que pronto comenzarán a pronunciar la frase mágica: nos quedan quince finales. El Atleti debe ser el equipo que más finales juega en el mundo. Y, por desgracia, el que más pierde.

Tampoco soy adivino. Soy como el mago Ramón, que averigua la hora mirando el reloj. Esta situación ya la hemos vivido con Aragonés, Manzano, Ferrando, Bianchi, Murcia y Aguirre en estos cinco/seis últimos años. Un equipo cogido con alfileres con unos jugadores nada comprometidos que no saben cómo es la ciudad donde juegan como locales, con una presión escasa y una motivación de andar por casa.

Como en España somos más de buscar culpables que de ofrecer soluciones me centraré en lo primero y con ello igual planteo algo de lo segundo.

Cada vez maldigo más el día que Gil llegó al Atleti. Tal vez tuvo buenas ideas y grandes proyectos, pero el Atleti para él no fue más que un medio. Decía Bernard Tapie (otro ilustre que acabó en la cárcel) que, de todas sus empresas, sólo perdía dinero con el Olympic de Marsella, pero que gracias al Olympic de Marsella había multiplicado beneficios en el resto de sus empresas. Gil era gracioso. Gil era simpático. Gil le daba vidilla a todo esto. Gil llegó a la alcaldía de Marbella y amenazó con llegar hasta Algeciras controlando su puerto, con todo lo que ello significa. Gil comenzó a ser un problema y, en su caída, pues nos arrastró.

Los Gil han acabado con lo que era el Atlético de Madrid como equipo grande, como equipo respetado, como equipo de referencia. Leí una vez a Van Basten que, cuando llegó junto a Rikjaard y Gullit a Milán, en la puerta estaba Franco Baresi esperándoles. Les dio la bienvenida, les mostró aquello y les explicó que estaban en el Milán, y el Milán era mucho más grande que ellos. Cuando un jugador llega al Atleti ¿qué presión tienen? ¿qué motivación tienen? ¿qué referente tienen? Yo he visto como un jugador de medio pelo que venía rebotado del Barcelona como Nano, que ha estado en mil equipos y no ha jugado en ninguno, que debe tener un agente cojonudo, aparecer el día de su presentación con una camiseta ajustada, estampada y sin mangas. ¿Alguien se imagina al Manchester o al Bayern presentando a un jugador de esa guisa? O Petrov, que se presentó en el aeropuerto de Barajas con toda la prensa esperando con una camisa hawaiana con el botón del ombligo como único abrochado, marcando pectus lupus. Cuando vi a Petrov pensé que estábamos tocando fondo. Los secretarios técnicos se pasan la vida viendo vídeos y cobrando comisiones. A veces pienso que con una entrevista personal con el jugador se ahorrarían muchos de los problemas que después tienen. Lo malo es que se perderían alguna comisión, y no sólo ellos.

Pienso que tenemos un problema de valores. Un problema de autoestima. Los aficionados sí sabemos quienes somos y qué somos. Los Gil no y, si lo saben, se la bufa. Hemos visto jugar en este equipo a Gárate, Ufarte, Leivinha, Pereira, Dirceu, Arteche, Julio Prieto, Landáburu, Marina, Quique Ramos, Vizcaíno, Schuster, Simeone, Pantic, Aguilera y otros muchos para ahora tener que soportar como se ficha por una morterá de dinero a un tarado mental como es Reyes desechado por Arsenal y Madrid y que encima nos vaciló el año anterior. Vemos pasar a una legión de jugadores que no nos dejan ni rastro en la memoria no de un gol, sino de un sobreesfuerzo cara a la galería, jugadores que llevan una camiseta que a nosotros nos produce escalofríos sólo el verla y que se la pasan por el forro, jugadores sin hambre, sin orgullo. Y así seguimos, año tras año, con patrañas y mentiras que nos encanta creernos cada verano y que nunca superan el invierno siguiente, cuesta abajo en la rodada, como el tango de Gardel.

¿Soluciones? El Atlético SMS, que lo formamos los amigos belmonteños colchoneros, cada uno en una punta de España, y que nos pasamos cada partido del Atleti junto al móvil como adolescentes enviando mensajitos de contenido, a veces, o siempre, bastante cargado de exabruptos, hemos juntado nuestros ahorros con la intención de comprar el equipo. Pero va a resultar que somos pobres como ratas y no nos atrevemos ni a hacer una oferta.

La solución es empujar a los Gil hacia la puerta. Es complicado. El Atleti es un equipo sin presión. No hay prensa colchonera. Los vikingos hacen hasta de dónde y cómo duerme Raúl (algo que atletas y ciclistas llevan haciendo un montón de años) una cuestión de estado. Si el Atleti pierde no pasa nada. Ni un titular. Ni una reseña en televisión. Nada.

Luego está la afición. Los del Atleti, como todas, estamos orgullosos de serlo y encantados de habernos conocido. Somos grandes, queremos ganar, sufrimos, nos quejamos, gruñimos un poco y aquí seguimos, fieles, inamovibles, tragando año tras año. Será que llevo muchos años en Valencia y ya me he vuelto fallero, pero, a veces, no estaría de más pegarle fuego a todo y a la porra. Yo he visto a Mestalla echar a Paco Roig. Y que no se descuide Soler. El Atleti es suyo. Pero también es nuestro. No tenemos firma, ni poderes pero sí mucho que decir. Y sólo decimos lo de “este Atleti”.

Así que, y terminado pues vaya rollo, estoy cabreado como una mona viendo como otro año igual que el anterior, el anterior y el anterior, aburrido de no poder celebrar algo, triste y rabioso porque hoy, una vez más y van mil, cuando salía de casa de mis padres camino de la nuestra, el cabrón de mi padre, merengón él, viendo mi rostro meditabundo tras el partido de Mallorca, me ha dado unas palmaditas en la espalda y, con gesto socarrón, me ha vuelto a recordar aquello de cómo no seguí su ejemplo y acabé haciéndome del Atleti. Y yo me he mordido los labios, he cogido a los críos y, en el coche, y en un descuido de Ana, les he cantado el himno. Nunca volveremos a tener barcos, pero que nadie nos toque la honra.

24 enero 2008

Rollo Martins

Graham Greene recibió un encargo de Alexander Korda que consistía en escribir el guión para una película que tendría que dirigir Carol Reed. Greene llevaba varios días con una idea rondándole en la cabeza. La idea no era otra que desarrollar una historia en la cual alguien, tras asistir a un sepelio, se encontrara con el finado vivito y coleando. Greene y Reed (a los dos les sobra una e) se recorrieron todos los cafés de la Viena posbélica dándole forma a la historia. Luego Greene, siguiendo su procedimiento, se encerró para escribir el relato a partir del cual nacería el guión de “El tercer hombre”.

Tres carteles de cine hay enmarcados en mi casa. En los baños, “Manhattan” y “El Padrino”. A la entrada, “El tercer hombre”. Me considero un ignorante en materia cinematográfica. Desde el setenta y cinco hasta hoy, ignorante absoluto, salvo Woody Allen y una docena de películas más. Hasta el setenta y cinco ignorante pero menos ya que todo lo que es conocido como cine clásico me gusta y me atrae sobremanera. Estoy pasando un periodo de excedencia cinéfila ya que aún no se ha inventado el cine comprimido y es complicado ver películas de hora y media en tres minutos, pero el día en que por fin pueda comprar mi tiempo y disponer de él a voluntad pienso resarcirme no dejando pasar un día sin ver una película. Siendo como soy de ciencias iré por orden cronológico y empezaré por “La llegada del tren a la estación” de los Lumiere y por la “Salida de misa en la basílica del Pilar”. Excluiré todas las películas que hayan ganado el Óscar desde “Annie Hall” y las trilogías de las galaxias y los anillos para seguir manteniendo mi prurito pedantorro y tontorrón.

Me leí el relato que dio origen al guión de “El tercer hombre”. Error. El otro día expresé mis temores para ver “Las uvas de la ira”. Sólo se ha dado un caso en que no sepa distinguir qué me gustó más, si el libro o la película, y fue con “Matar a un ruiseñor”. El resto, caca de la vaca. Volveré a equivocarme pero procuraré que sea lo menos posible.

La historia de “El tercer hombre” la supongo conocida. Las andanzas de Harry Lime, Holly Martins (en el relato Rollo Martins. Cotten pidió cambiarle el nombre al personaje, en el libro británico y en la película estadounidense, ya que el nombre de Rollo tiene connotaciones homosexuales en los iuesei), Anna Schmidt y Calloway por la Viena en blanco y negro, oscura, derruida y dividida en cuatro tras la segunda guerra mundial, con su red de alcantarillado y su noria en el Prater, con su viejo vendiendo globos, su niño señalando a Martins y con la música de Antón Karas de fondo (en todo el tiempo que estuve leyendo el libro siempre estuve acompañado por la cítara) nunca dejan de estremecerme. Pero, con parecerme fabulosa la película, el final me resulta portentoso, una obra de arte en sí misma, cuando Martins, a la salida del cementerio, hace parar el jeep a Calloway y se baja para esperar a Anna y ella recorre todo el paseo con la mirada fija al frente y ni siquiera lo mira y pasa de largo. Por eso, cuando al final del relato, Anna se para junto a Martins, le coge del brazo y se van juntos, cogí el libro y lo tiré al quinto cuerno. No se puede quedar con la chica. Martins no se puede quedar con la chica. Y no porque sea un perdedor. Martins ha traicionado a su amigo. Vale que Lime era un hijoputa y que se merecía todo el mal del mundo, pero Martins tiene sus valores y su concepto de la amistad y los ha traicionado. No ha traicionado sólo a Harry. Se ha traicionado a sí mismo. Y no puede ser recompensado. Anna sí que es fiel a Harry. Ella no lo traiciona. Ella no se traiciona a sí misma. No pueden quedarse juntos. No pueden.

P.D. Dos años. Sigo muy agradecido, Gorras.

22 enero 2008

Margarita se llama mi amor

Tiraré de fondo de armario.

M. y R. se casaron hará ya tres o cuatro años. M. era cuarentón largo el día de la boda. R. acababa de entrar en la treintena. M. es natural del secarral manchego y profundamente enraizado en el mismo. R. es natural de la Nigeria profunda y tiene el color de los nigerianos profundos. M. cogió un mes de octubre y se fue de vacaciones a Tenerife una semana el sólo. Cuando volvió, sus amigachos le preguntaron todo tipo de guarradas y él respondió que había triunfado plenamente y que había conocido a una chica que bueno, que vale, que tal vez. Sus amigachos en ese momento se comportaron como hotentotes y celebraron el triunfo del gran M. con danzas tribales, golpes en el pecho y trasegando líquido con gran cantidad de radicales OH en su contenido.

El treinta y uno de diciembre, fecha complicada de olvidar, R. se personó en el secarral invitada por M. R. era la chica que bueno, que vale, que tal vez. Conmoción en las Gaunas. Terremoto en la Condomina. Marejada con tendencia a fuerte marejada en el Carlos Tartiere. Los amigachos empezaron a murmurar. Aquello no estaba claro. Aquello empezaba a oler a chamusquina. ¿Quién era R.? ¿Qué era R.? ¿Por qué estaba allí?

Los meses corrieron. R. cada vez pasaba temporadas más largas en el secarral, hasta que decidió pasar una sola temporada de duración ilimitada. M. estaba feliz. Tenía una sonrisa permanente, un hilo de babilla que colgaba de su comisura y se estaba quedando en los huesos. Sus amigos estaban muy preocupados. Los gastos de M. se dispararon. M. enviaba frecuentemente cantidades al África negra. R. no hablaba ni una palabra de español. Los amigos se pasaban el día murmurando. No había otro tema de conversación. Grandes dudas surgían, dudas fácilmente imaginables basadas en el desconocimiento y en la desconfianza. R. no tenía papeles. R. ¿quién era R.? ¿De verdad quería a M. o sólo pretendía utilizarlo?

Aquel verano M. anunció que se casaba. Fuerte marejada tendiendo a temporal en Altabix. El acabose. Los amigos, tras gran número de reuniones clandestinas, se conjuraron y trataron de hablar con M. para ponerle el cascabel al gato y transmitirle sus dudas. Fueron mandados a esparragar junto con una bonita invitación de boda para el mes de octubre.

Como R. chapurreaba algo de inglés, a la hora de ir a hablar la pareja con el cura para manifestar sus intenciones se llevaron a su amigo Z., gran dominador del inglés en su vertiente más carpetovetónica, con gran sonoridad en jotas, erres y zetas, como intérprete. Allí se sentaron delante del cura, párroco muchos años de la villa y al que le faltaban semanas para jubilarse, hombre que preguntó lo obvio y que no paraba de murmurar –ahora sí que lo he visto todo. Ahora sí que me puedo jubilar tranquilo. No puso impedimento a la boda a pesar de que R. no sabía si el Papa de Roma jugaba de lateral derecho en el Inter, o si, por el contrario, era una marca de crecepelo. No es que M. tuviese muy claro quien era Jesús de Nazaret pero, bueno, Agnus Dei qui tollis pecata mundi, ego te absolvo y hala, de boda.

Pasó la boda, que fue un festorro de mucho cuidado, con tres despedidas de soltero, tres, a cual mejor y los amigos se sentaron a la puerta esperando que todas sus predicciones y malos pensamientos se fueran cumpliendo para poder decir cargados de razón aquello de -¿ves? Si yo ya te lo dije. Si yo ya lo veía venir. Si estaba clarísimo.

Pero pasaron los días.

Y no.

Pasaron los meses y tampoco.

Pasaron los años y tampoco.

Aparecieron un día dos adolescentes del color de los nigerianos profundos y se instalaron en el secarral. Eran los hijos de R. Después de infinidad de trámites y sobornos habían conseguido traérselos. M. los ha prohijado. Son una familia. M. y R. son felices. Sus amigos, después de habérsela envainado y de haber pedido mil veces perdón también son felices.

Y comieron perdices. Escabechadas. Muy ricas. Y con alubias tampoco están mal.