Por aclamación popular me veo en la obligación de hacer la crónica de mi participación en la San Silvestre Vallecana. La gente me para por la calle y me dice –pero hombre de Dios, ¿cómo es posible que a estas alturas aún no hayas narrado tamaña vicisitud? Y yo me debo a mi público, porque el aplauso es el alimento del artista y los negros llevan el ritmo en la sangre.
La verdad es que me lo han pedido Arual, Álex E. y uno de mis lectores más fieles y que jamás me ha hecho un comentario, José Ángel, riojano de Arnedo él, una de las personas que más quiero aunque nunca le llame ni le escriba ni nada de nada, sufridor del Athletic y de la Penya y que me debe desde hace mucho una grabación de los Del Tonos y es que el Zepporro siempre perdona pero nunca olvida.
Lo cierto es que no pensaba escribir nada. Todo fue más o menos como el año pasado, sólo que en vez de amarillo fosforito íbamos de un naranja casi rojo y corrimos veinticinco mil en vez de veinte mil. Pero es una carrera muy especial. No es la carrera más multitudinaria que se celebra en España (la Cursa en Barcelona junta a cincuenta mil y luego en Valencia se celebra la Volta a Peu, la carrera más milagrosa del mundo, pues la comienzan diez mil y la terminan treinta y cinco mil en un acto de reproducción que ni las moscas ni los roedores) aunque sí, quizá, la más popular. Sea porque se celebra en Madrid y, por ello, tiene mayor repercusión, sea porque el treinta y uno de diciembre a las redacciones de deportes les da vergüenza estar diez minutos seguidos comentando las estupideces abúlicas que hayan balbuceado o balbucido Raúl, Ramón Calderón u otros enemigos de la humanidad, y le dan amplia cobertura, como les gusta decir a los mismos que dicen en otro orden de cosas, el caso es que uno se siente en una fiesta (porque eso es lo que es esta carrera: una fiesta) que sale en el telediario. Papá, yo he estado allí. ¿Y has ganado? Pues no. ¿Y cómo has quedado? El trescientos y pico. ¿El trescientos y pico? Y ¿para eso vas?
Y la verdad es que no debería haber ido. Estoy ya metido en las diez últimas semanas antes del maratón de Valencia. Hasta este año durante esas semanas me dedicaba a meterle kilómetros al cuerpo, unos setenta semanales, siempre a ritmo y tan rebién. Pero este año estoy siguiendo un plan que me pasaron los climaterios bastante más exigente, pues hay semanas de hasta noventa kilómetros (la previa a la San Silvestre fue una de ellas) con abundancia de series, largas y cortas, y cambios de ritmo. Así, el día anterior a la San Silvestre estuve haciendo un largo de dos horas, que se me complicó pues me equivoqué de camino y no bebí agua hasta casi al final y terminé con un fuerte dolor en el tendón de aquiles derecho. (No sé si llegaré vivo al maratón, pero como llegue y no baje de tres horas, me retiro y me paso al ajedrez o al punto de cruz). El domingo por la tarde apenas podía andar. Me puse hielo, me atiborré de ibuprofeno y, al día siguiente, me levanté con molestias pero no las suficientes. Lié el petate, dije adiós con la manita y me fui para Madrid.
Las sensaciones previas a la carrera fueron las mismas que el año pasado pero menos. Estaba emocionado pero no tanto, sorprendido pero no tanto. La segunda vez no es la primera. Aún así, estaba eufórico.
Volvió a corresponderme salir en el primer cajón. En realidad por tiempos acreditados podría correr la San Silvestre Internacional. Quedaría el último, pero sería digno de vivir. Lo malo es que es muy tarde y no me daría tiempo a llegar a Belmonte a la cena de Nochevieja. Propuse a los dieciséis casi diecisiete miembros restantes de la familia Zepporro el retrasar la cena para después de las uvas, pero ni se inmutaron limitándose a contestarme con un silencio muy cortés.
La salida estuvo bien. Subieron a dos guitarristas a unas torres que comenzaron a tocar el principio “Where the streets have no name” que fueron acelerando hasta que enlazaron con la grabación de los U2 y entonces iniciaron una cuenta atrás de tal manera que la carrera empezó cuando entra el bajo en esa canción. Quedó muy apañado. (Aquí abro un paréntesis para decir que no soy muy de los U2, aunque tienen canciones que no están del todo mal. Pero si se fuese el bajista de U2 se quedarían en nada).
Como no me fiaba de mi tendón salí fuerte pero sin volverme loco. Fui regulando durante toda la carrera y noté al final la fatiga del día anterior. Hice peor tiempo que el año pasado pero acabé contento. Treinta y ocho diecinueve. Bueno.
Aunque iba demasiado pendiente de mi tendón tuve tiempo de disfrutar del entorno. Madrid sigue siendo Madrid. Mascullé unos improperios al Bernabéu, le tiré un beso al Retiro, me fijé en la iluminación, no miré a Cibeles, me recreé en Neptuno, disfruté por Ciudad de Barcelona (mi casa) y me reí lo que pude por Vallecas. Me pareció que había menos gente animando pero es que aún tengo muy reciente San Sebastián durante la Behobia. De todas formas, bien. Muy bien.
El caso es que, aunque la segunda vez no es la primera, llegué a la conclusión de que tal vez deje de disfrutar de la San Silvestre Vallecana cuando la haya corrido más de cien veces, así que, hasta entonces, pues tendré que volver todos los años. Y espero coincidir con Elbé en plena carrera en alguno de ellos.
Y eso es todo, cagliostros.
P.D. Como resopón navideño, dos comentarios.
Me encargó una tía de Ana un décimo valenciano para la lotería del Niño. Cuando se lo entregué, me lo restregó por la chepa. Si jugaba veinte euros, le han tocado sesenta. Si queréis que vuestras inversiones tengan una rentabilidad del trescientos por cien, ya sabéis lo que tenéis que hacer.
Me han traído los Reyes Magos una camiseta del Atlético de Madrid. Nunca más volveré a meterme con la Navidad. Viva la Navidad y vivan los Reyes Magos. Y si alguno piensa que no tengo principios ni personalidad y que me vendo por un trozo de tela está en lo cierto.
07 enero 2008
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16 comentarios:
Buena cronica! casi me dolia el tendon cuanlo la leía, y que me envidia me das, este tipo de experiencias son las que me gustaria tener a mis espaldas. Aunque seria perfecto adornarlas con la compañía de algunos colegas, y despues de la carrera una buena cena y algo de marcha por madrid, pero claro es el 31 y ese día es así.
tendría que empezar a salir a correr algun día para poder participar en la lightvoltaapeu. esta cronica ayuda.
Gran regalo de Reyes. Deberías correr el maratón con la camiseta del AT.Madrid. GAnarías seguro ;)
un abrazo colchonero
Se intentará, aunque no te prometo nada. Gran crónica otra vez. Sigues provocando.
¿Lo ves? El talón derecho tenía que ser...
¿Esta no es aquella carrera que no pudiste terminar y que acabaste volviendo en el metro? Al igual ahora estoy confundida, pero en lugar de mirar en archivo, prefiero que me digas lo desconsiderada que soy por no tener presentes tus andanzas deportivas.
Parece mentira... ir corriendo a todas partes y pretender llegar tarde para la cena de Nochevieja...
¿Qué hay del recopilatorio de Morrison?
Demasiadas excusas, pero dado que yo a esas horas estaba apretándome una cerveza en el bar, sólo puedo admirarte.
Vaya con la carrerita, el año que viene me voy contigo.
Por cierto, lo de la camiseta, ¿no sera con muchas rallas rojas y blancas?
Ponla en lejía durante unos días y verás qué bien le queda...
Bueno bueno a mí me encanta que nos narres tus carreras, me provocan admiración, como yo soy incapaz absolutamente ni de correr 100 metros, en fin el hecho de que al final te vendas a la Navidad por un trozo de tela no empaña para nada todo esto, jeje!
Me retiré en el maratón de Madrid. La San Silvestre Vallecana son sólo diez kilómetros.
Y mi camiseta nueva es tan bonita, tan bonita que me da miedo hasta tocarla. Y espero que no destiña, querido J.P., si no pensaré que la culpa será tuya y mi ira será terrible.
Y el recopilatorio de Van Morrison cayó. Después de una primera oída me he quedado un tanto frío. Seguiremos intentándolo.
Y animaos a correr, hombre, que es de cobardes.
llegaras vivo al maraton, no se si bajaras de tres horas, pero lo que si se es que tu vas a estar corriendo toda la vida, mira que te gusta, y es que hasta contagias cuando cuentas cosas tan emocionantes...bueno contagias la emocion al menos, ejem.
¿En las Maratones no hay coches escoba que recojan a los que se retiran como hacian antes en las carrecas ciclistas? Gran imprudencia, me refiero a ¿qué hace uno cuando se retira en el kilometro 12?
Me alegro de, al menos, contagiar emociones. He aprendido de vosotros y de vuestras aventuras en y con bicicletas.
Sigue existiendo la figura del coche escoba, que siempre va al final, detrás de todos, a siete kilómetros por hora. Es el último recurso. Si tienes ganas y no tienes otra opción, pues esperas a que pase y te mueres de aburrimiento en el coche hasta que llegue a la meta.
Enhorabuena por la estupenda marca conseguida, no se si dartela por el regalo de reyes.
A falta del Sardinero te entusiasmas con una camiseta de rayas, eres facil de complacer.
...Y UN TERCER PUESTO EN LA PRIMERA VUELTA...
...A LO MEJOR,LOS REYES HAN TRAIDO JUNTO A LA CAMISETA,EL PODER DISFRUTARLA EN,AL MENOS, UN PARTIDO DE LA LIGA DE CAMPEONES...
...LO BUENO SE HACE ESPERAR...
UNA FORTA ABRAÇADA!
Amelia, por lo menos que sean seis partidos de la Liga de Campeones. Déjanos que pasemos la previa.
Un abrazo para ti también.
Te deseo lo mejor...te lo mereces.
Asi que por soñar...que llegueía a la FINAL,de vez en cuando a los perdedores también ganamos algo,y el recuerdo de las vivencias es lo que nos da las fuerzas necesarias para seguir adelante...en épocas de sequia.
Aunque ahora no escribo en el blog,te sigo leyendo...y el día que conoci a 3'14 estuvimos hablando un buen rato de ti,de lo buena gente que es este corredor de fondo.
UNA FORTA ABRAÇADA!
No se trata de ganar o perder, sino de ser feliz. No hay que competir. No hay que ser más o menos. Sólo hay que estar a gusto.
Y luego está el Atleti, pero esa es otra historia.
Miedo me da lo que te contaría Pi.
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