Creo que ya conté una vez que los peores momentos que he pasado en mi vida laboral ocurrieron las diversas veces que tuve que acudir a una empresa que se dedica a recoger despojos de los mataderos y tratarlos para la fabricación de grasas animales. Estaban pensando en posibles ampliaciones y diversas reformas y me tuvieron para arriba y para abajo tratando de soportar el peor de los hedores que luego no se iba de ninguna de las maneras por más que se lavase la ropa, sin contar que, tocases lo que tocases, todo estaba impregnado de grasa y esa sensación tan sucia y tan repugnante, mezclada con ese olor…joder, se me están revolviendo las tripas.
Hace poco tuve otra vivencia un tanto desagradable. Estábamos tomando medidas de una estructura a realizar junto a un matadero. No olía especialmente mal, salvo cuando pasó un camión lleno de cerdos (siempre que veo un camión de cerdos no dejo pasar la oportunidad de contarle el viejo chiste a quien tenga a mi lado –vaya, no sabía que hoy jugase fuera el Real Madrid). Lo duro era estar midiendo y escuchando a la vez los mugidos de los terneros o los gruñidos de los cochinos en los últimos instantes de su vida antes de visitar al matarife. La verdad es que estaba realmente sobrecogido. Pero, entonces, me puse a pensar en como sería un mundo sin chuletones ni chorizos y fue entonces cuando sentí un sobrecogimiento hors categorie, que dirían en el Tour. Así que, me centré en la faena, hicimos el levantamiento topográfico de la cimentación echando virutas y salimos escopetados pensando en lo fácil que es engañarse uno a sí mismo, dándole vueltas, una vez más, a lo de que la realidad es un estado de la mente y recordando otro viejo chiste que contaban los amantes de la copla allá a mediados de los sesenta, cuando decían que ya se podía decir que era verdad que del cerdo se aprovechaba todo, que con sus gruñidos los Beatles hacían canciones. Y es que, qué poco cuesta pasar de la agonía de un animal a Quintero, León y Quiroga apoyao en el quisio de la mansebía cuando se tiene una conciencia de quita y pon.
11 octubre 2007
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16 comentarios:
Y mañana puente, ¿No?
Es que no se me ocurre otra que leerte mientras estoy comiendo, y para colmo albóndigas, ni más ni menos...
A uno conozco que es buena persona y mejor amigo y que, pese a deleitarle el consumo de jamones y carnes, convirtióse al vegetarianismo. Será que disfruta má al tener una conciencia de solo pon y no quita que la degustación de tales manjares.
Por lo que a Nos respecta, totalmente de acuerdo con los chuletones y chorizos.
El chiste del Madrid genial... igual que los chuletones y el chorizo!!!
Pues sí, mañana fiesta. Como el martes pasado. Y trabajé el lunes. Llevaba mucho tiempo sin perderme un pueste, pero el tema de Llanera, del que igual habéis oído algo (tú, Gandul, creo que sí), no nos ha dejado el cuerpo para muchas alegrías.
El chiste no lo pillé...no se,la verdad,debo estar espeso...jeje
Es una gran paradoja la vida de estos animalillos.Hacen un desafio a lo que se entiende desde siempre con el bien y el mal.Tu los matas pero como es para comer no pasa nada.Muy curioso...
Lo mismo pensé yo el otro día viendo la pecera llena de cangrejos y bogavantes de MACRO.
Vamos que somos como Homer Simpson que era capaz de llorar por la muerte de su langosta mascota "tenacitas" mientras se la comia.
Pues, zar…, yo no sé si es por conciencia travestida; pero no suelo comprar marrano a no ser que tenga huéspedes. El asunto viene de la infancia y de la infamia. Mi abuela tenía su cabaña, no entre el bosque como el de Caperucita, sino cerca del matadero municipal. Le puedo asegurar, que el hedor anticipatorio de la muerte para los puercos, debía ser más terrorífico y desagradable, que el visionado de la “Matanza de Texas”. Dicen que del cerdo se aprovecha todo, hasta el rabo. Cosa que no se puede decir de los cerdos con tirantes y puro. Nunca di con estos últimos ejemplares de piara de banco mundial; pero le aseguro que de preferir me quedo con “Babe, el cerdito valiente”.
En el nombre del cerdo, del hijo y del Espíritu blando. AMEN
Me alegra que hayas asistido al desfile militar. Así se hace.
Saludos cordiales
¡Cáspita! ¿y este tio quien es?
Bienvenida, Marina. Como soy medio de pueblo he tenido muchas veces que meterme debajo de la cama para no oír los chillidos del gorrino mientras se dasangraba en plena matanza. Aún así, del cerdo hasta el entrecejo.
Y cerdos hay en todas partes y en todos los puestos.
A duras penas, después del diluvio, logré salir el día doce de Valencia y, al llegar a Villaescusa, no vi ningún desfile militar. Ni a ningún Borbón.
Y alguien que se despide con saludos cordiales no puede ser otro que José Mª García. Butano, chocheas, pero he pasado muchísimos buenos ratos contigo.
la verdad es que a veces me gustaria tener un criterio más firme sobre las cosas, pero desgraciadamente o por suerte quien sabe, cada vez más se ve más los dos lados de la moneda, o te pones más a menudo del lado del otro, en este caso te puedes poner del lado del cerdo y tambien te lo puedes comer. no esta mal.
Espero que no te haya afectado en nada el diluvio valenciano de este puente estimado Zar...
Lo único que me afectó del diluvio valenciano fue la chopada que me pegué el jueves por la tarde corriendo. El resto, no. En Valencia llovió mucho pero no hizo grandes destrozos. Peor están por Denia, Calpe y Jávea.
Cucumber, volviendo a la entrada anterior: no me gustan los principios, prefiero los prejuicios. El criterio consiste en cuándo y dónde hay que hacer la vista gorda y mirar hacia otro lado.
El cerdo, sin duda el mejor amigo del hombre. Y la gamba la mejor amiga.
Hoy he leído un artículo de homenaje a Molina que, por lo visto, se retira. Ahí tienes tema para una entrada (no hay ninguna intencionalidad al mezclar en el mismo comentario a Molina con el mejor amigo del hombre, que conste).
Aqui en Galicia no creo que alguien se resista a comer el marisquito,el pulpito,los calamares....por mucha penita que dean,jaja...
Por cierto,¿No te gustan los Beatles?
Totalmente de acuerdo contigo, Elbé.
No sé si haré una entrada sobre Molina, pero confío que se quede viviendo en Valencia (por algo es de aquí) y encontrármelo algún día.
Y los Beatles son los que más me gustan, pero el chiste tiene gracia.
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