12 junio 2006

Quizá, quizá yo me entere alguna vez de la verdad

El Mundial de fútbol, en su primera fase, es un estado de placer. Independientemente de lo que haga la Selección o de los otros resultados, pues uno siempre acaba tomando partido. Es la sensación. Hay fútbol a todas horas, en todas partes. Todo pasa a segundo plano. Viva el opio del pueblo. Hasta la publicidad está llena de fútbol. Qué bueno es el anuncio de Coca Cola, cuando acaban abrazados celebrando un gol el marido y el amante.

Luego, los octavos, cuartos, semifinales o final ya es otra cosa. Ya está todo más separado. Hay más tensión concentrada. No es igual de divertido. Cada partido tiene nombre y apellidos. Pero la primera fase es fútbol en estado puro. Fútbol por placer. Fútbol por fútbol. Te sientas delante de la tele y te da igal que sea Togo, Australia o Argentina. Y te da igual el cuatro tres tres, el cuatro cuatro dos o el tres dos cinco. Es fútbol. Es un Mundial. Es absoluto.

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