Salí anoche a rodar y me fui hacia el Puerto, para curiosear todo el remate de los trabajos para las regatas que se van a realizar, además del ambientillo y esas cosas. Como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta que mañana o pasado mañana tendría que estar todo terminado, había un ejército de personas trabajando. Pero un ejército. A la altura del edificio Foredeck, que está quedando muy bonito, sentadas en el suelo, cenando, había un montón de mujeres que se ve que se encargan de la limpieza del edificio. No es un comentario machista. Lo ponía en sus camisetas. El caso es que, al pasar delante de ellas, con mis bonitas piernas al aire, comenzaron a silbarme, a gritarme y a decirme unas burradas que parece mentira que unas cabecitas tan pequeñas digan unas animaladas tan grandes.
La ilusión de mi vida.
Me sentí una mezcla de Mick Jaegger y David Beckham.
Ruborizado, con lágrimas en los ojos, me volví hacia ellas y les dije que, aunque no tengo costumbre de hablar de mi vida privada, me habían hecho muy feliz.
Pero mucho.
Mi momento de gloria. Lo que pasó después, mejor me lo salto.
11 mayo 2006
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2 comentarios:
Cómo que te lo saltas. Si es de las cosas que se saltaba el Jefe, espero que me lo confieses cuando nos veamos. Si no, también. Sabes que yo tengo múltiples y complejas cosas que contar, que además no paran de generar historia -esta misma mañana, sin ir más lejos...
Vaya pollada...solo buscaba cosas sobre el Foredeck...
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