El amor es como los fuegos artificiales o Pablito Aimar: fugaces, efectistas, vacuos. Muy bonito pero una filfa. Es sólo para un rato. Y no le pidas más.
La amistad es como Juan Vizcaíno y el Cholo Simeone: cogen un equipo, lo apuntalan, lo motivan y lo hacen campeón. Si te sientes flaquear, si tienes dudas, miras hacia atrás, ves al Cholo resoplar y se te hincha el alma hasta reventar. Es para toda la vida. Y pídele lo que quieras.
Hazme caso, Torrín.
P.D. Si tu amigo pertenece al gremio sanitario, pídele lo que quieras contando con la aquiescencia de sus corruptelas farmacéuticas. No podemos competir con los laboratorios. La vida es así. La ha inventado Bayer.
11 mayo 2006
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