Proseguiré con mi deriva blogista, que tiende asintóticamente a cero, de ortografía dubitativa. Hora de almorzar. Hora feliz. Cuando no estoy en ninguna obra, me quedo solo, cara a cara con mi ordenador. Música, carta blanca, buscaminas, páginas fascistas, carreraspopulares.com, marca, losfaisanes.com y, los lunes, quevidamastriste.com (aquí he censurado que los lunes también suelo entrar en la página del interviú, pero sólo por curiosidad malsana).
En esas estaba cuando, de repente, Gloria Gaynor, I never can say goodbye. Vuelta al mustio collado.
Es complicado hablar de la Gran Medusa y de su secta de adoradores. La Gran Medusa, como símbolo de la autoconmiseración, representada por un loro rojiblanco cantando I never can say goodbye. Aquella correspondencia Madrid-Valencia-Castellón definiendo lo que no era más que un sentimiento de unos casi treintañeros todavía no demasiado escépticos y casi tan ingenuos como ahora. Joder, si es que deberíamos publicar aquellas cartas. La República de la Gran Medusa, con su avenida de Sam Malone, reconvertida por despecho en avenida Rosa de España, con sus luchas intestinas y su embajador en Barcelona, con su colección de musas encabezadas por Maribel y por la Desustansiá, sin olvidar a la Camarona de Mosquito y, por extensión, a aquella del Cristo de los Pies Calentitos, con los Patafísicos infiltrados, torturados y aniquilados.
La Gran Medusa. Luego vino el Cosipoísmo, aunque esa es ya otra historia.
03 marzo 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Como el de Luis Murguía y Arellano, trasunto de Don Pío Baroja, mi sentimentalismo fue y sigue siendo, completamente absurdo y casi siempre ridículo. Como a él, me dolían las despedidas, el envío de diplomáticos marotos a tierra infiel, el dejar un hostal vulgar en el que había pasado unas horas perfectamente monótonas. La sensualidad pervertida, los higos de la higuera que da sombra y que da higos. La camarona de Mosquito que reencontramos en el 97 con 20 kilos más tras mi larga estancia nipona ¿era la misma que nos embelesó en el 96 con su camisa blanca y sus relojes de multiples franjas horarias?
Con mi próximo regreso a la República volveremos a cartografiar nuestro territorio mítico, nuestra Yoknapatawpha, nuestra Región, volveremos a rotular sus calles, el busto de Sam Malone volverá a su lugar preeminente y acordaremos cambiar la nomenclatura de la Plaza de la Abogada Ascensión Xirivella por el de Rosa de España si así te place, querido cronista de la villa, despechado y siempre altisonante.
Para el CSI probablemente fuera la misma persona, porque sólo se fijan en el ADN y esas cosas. Pero tú y yo sabemos que no. La Camarona del 96 era la Camarona. La del 97, no.
Me congratula ver escrito Yoknapatawpha. Seré muy feliz de reencontrarme con los Sartoris y con los Snopes. La República es demasiado grande para un hombre sólo. Aunque sea el Zepporro.
Publicar un comentario