14 marzo 2006

Dichouses

El origen de los jueves culturales hay que buscarlo en plena canícula, cuando en Valencia sólo había dos gilipollas trabajando y estos eran Maroto y el Zepporro. Así que, los jueves, vueltecilla con café y una, dos o tres cervecillas y a acostar no demasiado tarde. Rápidamente, y aunque vivía en el Perello, el Gorras se apuntó. Entonces en su vida social había todavía algún hueco y su dieta alimenticia no estaba constituida únicamente por canapés. En aquella primera época era frecuente visitar, en la playa, Caballito de Mar y Jardines de Sal, donde saludaron a Agustín, que era el dueño y ex-dominico (si es que alguna vez se deja de ser dominico) y que pronunció la legendaria frase -Vanessa, ponle una cerveza a mis amigos. Vanessa hacía honor a su nombre y llevaba un tatuaje muy bonito que realzaba su busto.

Pasó un primer verano y los jueves murieron. Vino otro verano y los jueves resurgieron y ya no frenaron ni en otoño, ni en invierno ni en primavera. Poco a poco fue aumentando el quorum. La Fallera se apuntó y fue pieza angular durante un tiempo. Y luego hubo asistencias importantes: Inma, Oliver, Power, Pablo, Yukari, Álex, la Torrija, Luci, Anabel, el Pato. Se decidió bautizar a los jueves como culturales porque era obligatoria una nota pedante, aunque el resto del tiempo lo dedicaran a criticar. Las concentraciones eran en la República, principalmente en Tendur y en Velvet, aunque también se visitaban otros antros como Colores, el Turmell, el Asesino, Matisse, Sonora y Tranvía. Se hicieron amigo de los camareros, discutieron con ellos sobre Cipolla y la microeconomía y se enamoraron de todas las camareras. Como debe ser.

Con el tiempo, y como casi todo, los jueves fueron languideciendo. Maroto abandonó la República camino de la Catalonia imperial, los demás comenzaron a tener agenda y el Gorras y el Zepporro mantuvieron el tipo conversando con camareros y babeando ante camareras hasta que el Gorras desertó también de la República. Y el Zepporro, solo, fané y descangayado, volvió a encargarse de entonar el gori gori y cerrar los ojos a otro capítulo fenecido.

No hay comentarios: