29 marzo 2006

De racionalismo, empirismo y otras incompatibilidades

En el Politécnico, en la Escuela de Arquitectura, hay una bonita exposición fotográfica sobre la Arquitectura Racionalista en Valencia.

También hay un montón de chiquetas que deambulan con semblante jovial y bonitas camisetas de tirantes. Algunas están enamoradas. Otras están concentradas. Otras tienen prisa. Ellos son todos unos gañanes.

El primer impulso al estar allí es ir a Secretaría y matricularte en lo que sea. Un estudiante, aunque tenga cuarenta años, siempre será un estudiante.

Pero no es así.

Aquello, que fue nuestro, ya no lo es.

Las chiquillas de tirantes sólo ven a un carcamal que es capaz de girar la cabeza como la niña del exorcista y que parece Drazen Petrovic, siempre con la boca abierta.

Y babeando.

Qué triste.

Que la juventud es un estado de ánimo sólo le funciona a Briatore y a Hugh Hefner. El drama es que la biología no entiende de estados de ánimo.

O tal vez sí.

Pero ellas nunca lo sabrán. Y sus camisetas de tirantes tampoco.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Dímelo a mí, que las tengo a diario en el laburo...

Pero tampoco menosprecies el morboso encanto del cuarenton canoso. Nunca sabes qué sorpresas te esperan...

Zar Polosco dijo...

Tras dos años de obra en Alcoy, recuperé la moral. Y jamás tiré la caña con la que salía a pescar con el Gorras. Gracias, Torrín, por tus palabras. Sacaré a pasear mi atractivo cuarentón no tan canoso y de torso semirasurado.

Tomoya I dijo...

Qué bello el racionalismo que hay en tus palabras, en las camisetas de tirantes y en los chaflanes de la Avenida del Oeste y calle San Vicente.

Viva el racionalismo de la República y viva el cambio de hora primaveral. El tenis-playa y la rehabilitación de tendones nos espera.