Tengo un cabreo de mil demonios con el Atleti. Y ya no es sólo porque, una vez más, hayamos hecho lo difícil y cuando ya lo teníamos a tiro, fallemos. Tampoco es porque llevemos dos partidos con unos arbitrajes en contra de esos que tanto le gustan al Barcelona para poder empezar con el victimismo, la catalanofobia y la mano negra. Y nosotros ni protestamos. Es más, pedimos perdón para que no nos cierren el campo. Tenemos un presidente que, en vez de estar pegando puñetazos en la mesa y lanzando juramentos y exabruptos, pues está más preocupado con su próxima película "Desde que amanece, apetece" (sic).
Lo peor, a pesar de todo esto, es que han presentado la camiseta para el año que viene. Y es una cosa mitad blanca, mitad roja. Ya no vamos a rayas. Ya no somos colchoneros. ¿Cómo nos van a respetar los demás si no nos respetamos nosotros mismos? No sé la explicación para tal engendro. Imagino que será un homenaje a la camiseta original o primigenia o alguna memez así. Si éste es el argumento, pues que obliguen a todos los jugadores a dejarse bigote con las puntas onduladas, que parezcan todos híbridos entre Marcel Proust y el forzudo del Ringling Barnum Circus.
Y es que hay veces que tengo que dar la razón a mi hermano cuando se plantea que si hubiese un médico que curase lo de ser seguidor del Atleti, él iría a tratarse.
29 marzo 2006
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