Puestos a recordar, fueron buenos también aquellos tiempos cuando Maroto se fue a vivir independiente a la acera de enfrente de donde vivían sus padres, en aquel piso donde siempre admirábamos su lámpara de loros azules y donde siempre escuchábamos aquellos himnos que eran y siguen siendo "Te acuerdas, María" de Nino Bravo y "No hay nada como tú (soberbia)" de Esclarecidos, más que nada para joder al Gorras. Buenos tiempos cuando se fueron a vivir juntos Maroto y Merce, ella en Barcelona y él en Valencia, cuando en el telefonillo estaban los nombres de los dos, cuando nos apostábamos enfrente para descubrir las sombras chinescas que pudiesen arrojar. Tiempos aquellos que coincidieron cuando salí con Uma Thurman, yo en Valencia, ella, quién sabe dónde. Que mal lo pasó cuando la dejé por Salma. Y que mal lo pasó Salma. Pobrecitas mías.
Buenos tiempos de endivias con salsa de roquefort y pollo al curry y un cuarto de baño alicatado hasta el techo después de que yo lo pintase. Tiempos de la felicitación navideña de Canoturia, de jueves culturales, de fiestas de cumpleaños donde les jodíamos el baile a un montón de capullos que movían el culito, de Maroto empeñado en leerse el "Ulises" después de leerse por orden numérico una colección de libros que tenía. Eran tiempos que nunca corría solo, siempre íbamos Maroto y yo juntos, cuando repasaba mi vida y me moralizaba, el tío cabrón, después de haber sido el mayor crápula de Los Calpes y alrededores. Y luego se enfadaba con la Torrija porque éste nos filtraba en unos cuentos memorables los desmanes que el capullo de Maroto perpetraba.
Buenos tiempos, Maroto, como tantos otros. Vuélvete ya. No será lo mismo, pero seguro que le sacamos partido. Como a todo. Como siempre.
27 febrero 2006
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1 comentario:
Hoy que no te lee el Gorras te pones nostálgico...
Creo que llamaré a Maroto a la noche. No le diré nada del Blog, tal vez sí de otras cosas.
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