Estoy feliz. Y hoy no es porque el Atleti se pasee y ya ni suframos, ni porque ya sean Fallas en el Corte Inglés, ni porque ya estén preparando la valla en la Plaza del Ayuntamiento ni porque la Exposición del Ninot lleve casi un mes. Que carrerón. Cómo disfrute ayer. Es una lástima que una carrera al final se resuma en un tiempo. Cómo caían los kilómetros. La cantidad de codazos que me dieron los ocho que aguanté en el grupo de 3h. 15`. Y a partir del veinte hasta el treinta y seis junto a Miguel Marino, un mañico de veintiocho años que corría su primera maratón. Un amigo ya para toda la vida a quien nunca más volveré a ver. Y el viento que nos quiso machacar por la playa y por el río. Rachas de hasta sesenta kilómetros por hora. Pero no pudo, aunque el tramo del río se me hizo largo. Y aguanté el ritmo. Corrí la segunda mitad más rápida que la primera. Y llegué a meta. Soy muy feliz. Mi cuarto maratón y el primero que disfruto. Iba a ser el último, pero ahora que he aprendido ya, por fin, a correrlos...ya veremos.
Y a todos vosotros que a lo largo del circuito estuvisteis soportando el mal día para verme pasar y animarme, a los que lograsteis que la dicha fuese, incluso, mayor, sólo puedo repetir aquello que dijo Dick Diggle tras recibir el premio como mejor polla en su inolvidable película Spanish Trousers: Gracias.
20 febrero 2006
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1 comentario:
Un placer verte llegar tan feliz. Nosotros emocionados con todos los atletas, imagínate contigo, como si te hubiésemos parido. Para nosotros ha quedado institucionalizada esta cita en el calendario. En el kilómetro que quieras estaremos. ¿Tú quieres que sea en el km 7 al pasar por el puente de Brooklyn? Allí estaremos. ¿En el 28 al pasar por el Bronx? Allí estaremos. Acojonados y disfrazados con pantalones XXL, gorras de beisbol y cadenas de oro, pero estaremos. Y si se tercia lo de Nueva York incluso nos pediremos dorsal para correr kilómetro y medio.
Qué emoción. Qué envidia nos das en el km 41 y qué admiración cada día del año al vencer lo que en nosotros es inmensa pereza y mil excusas.
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