Yes, we`re going to a party, party

Tengo últimamente un tanto abandonada la sección de efemérides, pero por fin encontré una excusa para retomarla y es que hoy la pequeña Berta cumple un año. Un año. Podría comenzar a cantar sus excelencias y glosar su belleza sin par, aunque, la verdad, Berta es como el resto de las criaturas cuando tienen un año. Bueno, como el resto multiplicado por infinito, porque no hay en el mundo nadie que gatee como lo hace ella, con ese brío y elegancia, nadie que repita las sílabas que contengan la letra a con esa energía y dicción, nadie que aletee como hace ella cuando está contenta mientras trata de brincar. Y esos mofletes. Y esos ojos. Y esa cabeza pelona. Y esas mollitas, que dan ganas de comérsela. Y esos gorjeos a las siete de la mañana. Y no es que me ciegue la pasión. Ana opina exactamente lo mismo que yo. Quizá el pequeño Carlos no esté completamente de acuerdo con nosotros, aunque, con lo interesante que se pone cuando su hermana le ríe todas sus gracias tal vez sí que lo esté. Muchas felicidades, Berta. Y no crezcas nunca. Pánico tengo al día en que un pollo desplumado de nuez prominente y cara llena de granos, con todo el rostro perforado, las cejas afiladas, las manos llenas de anillacos y en la cabeza el record mundial de los absurdos capilares venga a buscarte a casa. No crezcas, hija mía. Tú, con papá. Papá es bueno. Papá te protege.