Antes del puente, letra de canción. Hoy: de porqué la adolescencia debería estar prohibida. La de la mochila azul. Pedro Fernández.
Qué te pasa, chiquillo, qué te pasa
me dicen en la escuela y me preguntan en mi casa.
Y hasta ahora lo supe de repente
cuando oí pasar la lista y ella no estuvo presente.
La de la mochila azul,
la de ojitos dormilones,
me dejó gran inquietud
y bajas calificaciones.
Ni al recreo quiero salir
no me divierto con nada
no puedo leer ni escribir
me hace falta su mirada.
De recuerdo me quedan sus colores
dos hojas de un cuaderno dice amores de borrones.
Yo quisiera mirarla en su pupitre
porque si ella ya no vuelve
mi salón será muy triste.
La de la mochila azul,
la de ojitos dormilones,
me dejó gran inquietud
y bajas calificaciones.
Ni al recreo quiero salir
no me divierto con nada
no puedo leer ni escribir
me hace falta su mirada.
Siempre he pensado que el libro del Génesis miente. Cuando Eva mordió la manzana y le dio a probar a Adán y Dios les pilló y se desató su cólera, su maldición no fue "parirás con dolor tus hijos", ni "ganarás el pan con el sudor de tu frente" (por cierto, segundo principio de la termodinámica) sino "pasaréis la adolescencia y tendréis hijos que también pasarán la adolescencia".
Cada uno lo contará como le fue. Yo me lo pasé de puta madre en mi infancia. Siempre con mi hermano, en Belmonte y en Madrid, en el colegio y en el Retiro, jugando al fútbol, al trompo, a las canicas, al yo-yo, coleccionando cromos, jugando con las chapas a la Vuelta ciclista, a la Liga o al Mundial de fútbol, con los Madelmán o los Click de Famóbil. De repente un día tonto, por no sé qué leches hormonales, te empieza a salir bigote, te cambia la voz a un tono que dejas de hablar por vergüenza de los gallos que sueltas y te sale una nuez que tienes miedo de desnucar al de delante. Y todo lo anterior, salvo jugar al fútbol, pierde interés. Y aparecen las chicas. Y te pones tan tonto como el memo de la canción. Y comienzas a encadenar ridículo tras ridículo.
Mi hermano siempre me dice que tengo un problema y es que me acuerdo de todo. Y es verdad. Todavía me saltan fogonazos de aquellos días que me hacen enrojecer. Tengo unos cuantos buenos recuerdos de los quince a los veinte, pero a veces pienso que si hubiese estado en coma en aquella época tampoco habría pasado nada. Siempre he envidiado a toda esa gente que afirma categórica que nunca se arrepiente de nada, que de los errores también se aprende. Yo os juro que me gustaría saber menos, mucho menos.
Porque es que, visto con los años, apenas saqué nada en limpio de aquella época. Conoces gente, sales con chicas, te enamoras, sufres, pero, sobre todo, das importancia a unas cosas, tienes unos valores que se difuminan y diluyen en muy poco tiempo y tienes que cargar en tu memoria y en la memoria de unos cuantos cabrones hechos y dichos que deben estar castigados con el cadalso en la mitad de los paises que pagan a la ONU.
Así que, si al chiquito este que canta le empiezan a quedar asignaturas para septiembre, se aburre, suspira, gime, ve su rostro en cualquier rincón, le habla a la luna, llora sin motivo y de repente y ha perdido el apetito y el sueño, qué queréis que os diga. Qué se joda. Por imbécil.
05 diciembre 2006
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10 comentarios:
Ains... La Adolescencia... Ese terrible fase por la que inevitablemente tenemos que pasar al menos una vez en la vida (hay incluso quien es tan masoquista que repite)
Yo tuve, como quien merece la pena contar que ha vivido una vida normal, una adolescencia asquerosamente isufrible. Incomprensión, desubicación espacio-tiempo-social, con los amigos suficientes como para no quejarme y con alguno de más para acabar de agriarme la existencia.
Lo que sí recuerdo, o tengo al menos esa sensación, es que, antes el tiempo transcurría mucho más despacio, vivíamos intensamente y todo lo que hacía en la vida, por inútil que fuera, me cundía más. Ahora pasan los días sin apenas apreciarlos y con una desánimo continuo en espera de que llegue, quien sabe, al igual la vejez y pueda volver a sentir que los días transcurren tan pesadamente como me cueste arrastrar los pies. Quiero jubilarme YA.
A mí empezaron a gustarme los chicos a muy temprana edad, creo que por el parvulario ya le tenía echado el ojo a alguno. El que tanto corre ya se sabe, ahora he perdido el interés. Por lo menos en perseguirlos. Por no hablar ya en suspirar por ellos.
Dios, que asco de canción, muhcas generaciones de infantes la han padecido porque no pasa de moda, todavia se la cantan a los niños, si "SE LA CANTAN" porque tengo la sensación de que esa tonadilla gustaba más a los padres que a los hijos.
O por lo menos en mi época nos la pasabamos haciendo versiones guarras de la letra al estilo
"Me dejó gran inquietud y un dolor en los c_ _ _ _ _ _ " y más cosas que no quiero repetir porque este es un blog decente
No es tan decente este blog. Sigue, por favor.
Esta es la típica canción que me gusta cantar al oído de la gente para que no se la quite en todo el día de la mente y me odie a gusto mientras me descojono.
Si que pasan deprisa los días. Y los años. Y los lustros. Cada vez más. Y yo no quiero jubilarme. Sólo quisiera tener el dinero suficiente para poder comprar mi tiempo. Pero, por más que excavo, no encuentro el cofre del tesoro. Y por más que rebusco en mi genealogía, ninguno de mis quinientos primeros apellidos es Botín.
Por dios quien cantaba esto? un niño repelente y repeinado con una vocecita..aagh!! yo no tengo memoria, y como dices tu casi que mejor. asi no me vienen a la cabeza estas visiones...
Lo que más me jode de mi adolescencia es que no me acuerdo de nada relevante en ese tiempo. Yo creo que empecé la vida con retraso.
También me pasa como a tí, guardo fantásticos recuerdos de mi infancia pero no soy consciente de cuándo dejé de ser un niño.
Un niño repelente con un mariachi detrás, que no sé como el del guitarrón no le metió el idem al niñato por cualquiera de sus orificios.
Yo sí soy conciente de cuando dejé de ser niño, de la misma manera que soy consciente que debí dejar de serlo mucho tiempo después, de ahí esa desubicación.
Soy RobotMolar. Debido al pequeño cisma que mantenemos el Altisonante me tiene vetado como Tomoya I y voy a intentar entrar como anónimo.
Creedle, se acuerda de TODO. Y cuando digo TODO, no podéis ni imaginar la
cantidad de TODO que ello supone. Sisterboy tiene una memoria
cinematográfica pasmosa, pero Zar, que no habrá visto tantas películas,
recuerda sin embargo en qué año fuimos a ver tal película, quiénes fuimos,
en qué orden nos sentamos y el resultado del partido del atleti de ese día.
Claro que como los demás apenas recordamos NADA, bien podría hacernos creer
que TODO lo que recuerda es cierto y no pura invención.
También hay que añadir que tampoco es que, en su caso, la adolescencia sea
algo pretérito, como ha quedado claro en muchas entradas de este blog.
Ja jaja...comprendo y adhiero a casi todo. Mi memoria (a veces...) si no me salva, me condena.
No os equivoquéis; seguimos siendo niños y seguimos siendo adolescentes... solo que nos hemos acostumbrado a serlo.
¿Adultos? ¿Qué es ser adulto?
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