Nueva entrega del serial inagotable sobre letras de canciones. Hoy: el amor verdadero. Camarera de mi amor. Antonio Machín.
En este bar te vi por vez primera,
y sin pensar te di mi vida entera.
En este bar brindamos con cerveza,
en medio de tristeza y emoción.
En este bar se hablaron nuestras almas,
y se dijeron frases deliciosas;
en este bar pasaron tantas cosas...
por eso vengo siempre a este rincón.
Sírveme un trago de ron,
y toma tu cerveza junto a mi corazón.
Tú eres la camarera de mi amor.
Camarera, camarera:
tú eres la camarera de mi amor.
Sírveme un trago a mí de ron,
camarera de mi amor.
Camarera, camarera:
tú eres la camarera de mi amor.
Ven y tómate tu cervecita,
pero juntito a mi corazón.
Camarera, camarera,camarera de mi amor.
Camarera, camarera:
tú eres la camarera de mi amor.
Camarera de mi vida, camarera de mi amor.
No me niegues tu cariño,
camarerita de mi corazón.
Tómate tu cervecita
juntito a mi corazón.
Camarera, camarera:
tú eres la camarera de mi amor.
Esta letra no es una letra al uso. No es una letra para comentar o analizar. Esta letra es un manifiesto. El Gorras o Robot Molar, como le gusta firmar, y el que suscribe hicieron de este himno el leitmotiv de sus correrías nocturnas allá a finales de los noventa. La Camarona, la loba del Cristo de los pies calentitos, Teresa, la Desustansiá, la chiquita que no tenía movimiento mal hecho, UCLA is on my mind y, por encima de todo, la gran grandísima Maribel tuvieron a este par de ya no tan jovencitos con un reguerillo de baba cayendo por sus comisuras, con su cerveza fuertemente asida, la del Gorras ya sin etiquetas, símbolo de insatisfacción sexual, diciendo cosas tales como: "yo creo que el mejor regalo que se le puede hacer a una mujer es un mostrador. Pones a una mujer detrás de una barra y sus encantos se agigantan de una manera incontenible". Fueron tiempos de amor puro, intenso, pleno, silencioso y, sobre todo, jamás correspondido, que es como deben ser las grandes historias de amor. Y si es con final trágico, mejor.
Mas no fue trágico el final de las historias de amor de estos capullos con las camareras. O tal vez sí. Ocurrió una noche oscura como pocas (voy a fusilar una historieta de Goomer). Entraron, se acodaron y comprobaron con horror que no era una camarera de su amor quien se dirigía a atenderles sino (¿Por qué, Dios mío? ¿Por qué?) un geriatra. Se levantaron y, sin decir palabra, anduvieron juntos hasta el lugar donde se separaban sus caminos, se abrazaron como sólo se pueden abrazar dos condenados y, cautivos y desarmados como nunca, se retiraron a sus cuarteles llorando con amargura su derrota. Ellos, que sometieron a los Elementos, que aniquilaron al General Invierno y se creyeron invencibles tuvieron que reconocer su derrota ante el Mariscal Tiempo, ese juez insobornable que da y quita razones como decía siempre el Butano, ese hombre.
22 noviembre 2006
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9 comentarios:
Venga hombre, ese bar es una barra americana, "niña traeme un roncito y ponte tú una garimba"
En los locales de jubilados de los pueblos, los clásicos casinos, también hay camareras. No desesperes.
A mí sólo me aterra el día en que Marta esté tras una barra de bar de copas en Benicàssim. Con percing y/o tatuaje.
Son los tiempos modernos que nos (les) toca vivir.
Yo más que una barra americana, siempre me imaginé un bar de carretera muy cutre y un camionero sentimental escuchimizado (como el condenado a muerte de "Primera plana") que suspiraba por la hija de la dueña del bar, una gorda grasienta con una boca muy sucia.
Los bares de jubilados me parecen un sitio cada día más atractivo.
Eso de tener hijas es muy duro. Mis monólogos con la pequeña Berta son: no te voy a dejar salir; no te voy a dejar irte a dormir con ninguna de tus amigas, aunque me llamen sus madres, que no me creo nada; como te vea hablando con un chico te juro que lo rajo y cosas similares.
pobre berta, menos mal que de momento no se entera
Jajaja zar me recuerdas a Steve Martin en "El padre de la novia"
"Al principio temia que salira con chicos que no eran adecuados para ella y luego empezó a preocuparme que saliera con chicos que sí eran adecuados para ella"
Sisterboy (no puedo acceder con mi cuenta, a ver si averiguo que pasa)
Yo tampoco le hago ascos al bar de jubilados Zar. Pronto nos veremos allí y será casi igual, no sufras. Tú y yo, la cerveza ya sin etiquetas y sin alcohol, la camarera desdentada y distante, y todos los jubilados convencidos de nuestra relación sodomita.
Y entonces entrará Berta, tatuado todo su cuerpo con Piolines y Correcaminos, abrazada a un rapado con chándal madridista, y te traerá, amorosa, un bocata de jamón york.
¡Qué felices seremos los dos!
Gorras, no me hace gracia nada de lo que dices. Es más, acabo de borrar tu nombre de mi testamento.
La cita de "El padre de la novia" está muy bien traída.
Y eso de que Berta no se entera, no sé yo. A veces, después de hablarle, la he sorprendido mostrándome su dedo corazón con vehemencia. Me temo que nuestras conversaciones terminarán con aquella frase de Woody: como sigas sin hacerme caso tendré que dejar de prohibirte cosas.
Si me descuido me paso lo que queda de año leyendo tus anterirores entradas.
Trabajé de camarera (en un par de restaurantes, nada de antros de carretera ni similar.. ehem) Y pareces una sucursal de donetes cuando estás detrás de una barra, te salen amigos por todas partes...
Woody Allen decía en una de sus pelis que, la última vez que estuvo dentro de una muejr fue en la estatua de la Libertad, tú podrías decir que, la última vez que estuviste a los pies de una señora fue la Libertad :)
Muy majo y muy... atlético
Eso te pasa por tu mala cabeza.
No sabes cómo y cuánto me alegro de volver a recibirte. Espero que por muchos años.
Y Atlético siempre. Y majo... pues también.
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