Sucedió hace ya unos cuantos años. En Belmonte coincidieron macabramente cuatro fallecimientos inesperados en menos de dos semanas. Esto, en un pueblo de menos de tres mil habitantes, tenía a todo el mundo impresionado, especialmente por la muerte de una chica de unos dieciocho años, amiga nuestra, de meningitis.
Estábamos cuatro o cinco amigos comentando todo esto cuando un abuelo que teníamos al lado escuchándonos se situó junto a nosotros y sentenció: - Desde luego, este año se está muriendo gente que no se había muerto nunca.
Ninguno se atrevió a discutirle.
06 octubre 2006
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2 comentarios:
Y siguiendo con las relaciones... Tu post me ha hecho recordar una anécdota que le pasó a mi madre:
A la edad de mi madre ella y sus amistades frecuentan más el cementerio que las salas de fiesta. Y es que llega una edad en la que ves como tus conocidos van "Cayendo". A mí me provoca inquietud por el tema de la muerte, pero supongo que llega una edad en la que tu cerebro sufre un cambio de chip y tienes una concepción distinta de la vida y, el final de esta, o sea la muerte.
El caso es, que estaban en pleno entierro de un conocido cuando, justo en el momento en el que le introducían en el nicho. Uno de los asistentes cayó fulminado al suelo. El difunto perdió toda atención y protagonismo por el revuelo que se originó alrededor del que había caído literalmente muerto. Te puedes imaginar la situación de estupor que se causó. Lo más macabro de todo fueron los comentarios posteriores: Pues ya podían haber aprovechado que metían a uno para meter a los dos. Un dos por uno, algún descuento les podían haber hecho. Ese se ahorró el viaje hasta el cementerio, ... en fin... que creo que pocas cosas después de esto pueden superar el más negro de todos los chistes habidos y por haber...
¿Nadie dijo aquello de míralo, tenía que ser el muerto en el entierro?
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