¿Por qué por qué los domingos por el fútbol me abandonas?

Fue en el año noventa y nueve cuando les ganamos por última vez a los vikingos, casualmente en el Bernabéu. Fue precisamente el año que bajamos, el año de la intervención judicial, con Ranieri, Rubí Blanc y Radomiro, en un equipo donde estaban Molina, Capdevila, Santi, Valerón, Baraja, Hasselbaink, Kiko, José Mari, Solari. Desde entonces rien de rien. Confío en volver a ver una victoria nuestra antes de morir. Ayer, una vez más, lo tuvimos, pero... Sí, jugamos mejor, eran diez, se ve equipo, damos otra sensación, conseguiremos sin grandes problemas nuestro gran objetivo que no es otro que quedar por encima del Getafe y, a ser posible, entre los diez primeros. Y a Agüero lo tenía haciendo flexiones toda la semana. Al Jimmy Floyd le cae un balón así y seguro que intenta una vaselina. Lo había clavado y se había llevado hasta al Casillas por delante, hombre, tanto Bernabéu y tanta leche.

Y hoy a aguantar a todo el vikingismo, que están hasta debajo de las piedras, dándonos palmadas condescendientes en la chepa. -Tuvisteis vuestra oportunidad. Merecisteis algo más. Casi prefiero perder y que se rían a empatar y nos den lecciones de deportividad.

Y a Fernando Alonso se le escurre el Mundial entre los dedos. Y lo mejor de todo es que me la bufa. O me la hueva. El capullito este ha conseguido, al menos en la gente que conozco, hasta que el indeseable de Schumacher nos empiece a caer medio bien. Alonso, el que nunca se equivoca, el que se hizo a sí mismo sin la colaboración de absolutamente nadie, permanentemente rodeado de inútiles, patanes, aprovechados y sinvergüenzas. Alonso... ya te lo diré.