22 septiembre 2006

Hay respiraciones cortas

He tenido recientemente mi segunda experiencia con el mundo de la justicia, que espero, confío, anhelo y deseo haya sido la última. Mi primera vez fue tras un accidente de coche. Fue uno de esos golpes en cadena y fui denunciado por la chiquita a la que embestí pues sufrió grandes trastornos debido al celebérrimo "síndrome del cuponazo cervical": el chollo padre. No sé cuantos días de baja, una demanda posterior, la compañía de seguros que pacta pues se trata de un chanchullo establecido y ya tabulado (que no estabulado, que diría aquel), no hay juicio, un pastón por haberse pasado tres meses en casa rascándose la figa y aquí paz y después gloria. Yo, dada mi condición de cascarrabias, tenía un cabreo de mil demonios. Primero por el susto que te llevas cuando recibes una notificación del juzgado y te ves demandado y no tienes ni idea porqué. Segundo, por lo tonto que soy. Yo no paré ni un día, fui a trabajar con collarín y ni se me pasó por la cabeza demandar al que me empitonó. La mujer de un amigo, que es funcionaria, se reía y me decía -esto me pasa a mí y no trabajo en un año.

Mi segunda vez ha sido ahora que fui citado como testigo en un pleito entre la empresa y uno de los trabajadores. Tampoco llegamos a entrar pues la jueza exigió un acuerdo previo, que ella no estaba para chorradas, así que se arreglaron y tan amigos. Evidentemente, también me puse malo. Tengo una particular aversión por todo este mundillo de abogados y demás patulea. En mi opinión han creado un mundo ficticio paralelo que ellos dominan pero que no hay Dios que entienda, con su propia jerga que es una merienda de negros, donde se supone que se trata de hacer justicia y justicia los cojones o Charles Bronson. Aquí se trata de ganar o de, al menos, no perder y se hace más hincapié en la trampa que en la ley y buscan los mil recovecos y las mil triquiñuelas esta caterva de mamarrachos que cuando se ven en el espejo con la toga puesta seguro que se empalman y disertan con su verborrea fatua y vacua llena de latinajos que significarán en realidad que la sopa está fría y la perdiz tose cuando les importa tres cojones lo que la chusma pueda pensar, desear o sentir.

Y estos que se patean la Ciudad de la Justicia todo ufanos de haberse conocido serán los pelanas de la abogacía. Los de los grandes despachos y los grandes negocios se moverán en otros ámbitos, supongo, no a pie de tribunal discutiendo dos mil euros de indemnización, pero esas alfombras no las he pisado.

Y, la verdad, ya hay unos cuantos presidentes de equipos de fútbol de primera que son abogados. Un detalle, cuanto menos, sospechoso.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente los abogados tienen que ver con la leyes, que distan horrores de la justicia que cualquier persona normal entendería como tal. Y el hombre es tan imbécil que crea este mundo paralelo y luego se deja joder mansamente por él.

¡A desalambrar!

SisterBoy dijo...

"Nadie ha querido entrar porque sólo a tí estaba destinada esta puerta, ahora voy a cerrarla"

Zar Polosco dijo...

Cuando vi que no tenía comentarios me empecé a acojonar. Temí a la policía judicial en la puerta de mi casa y a un montón de mandingas descerrajándome el trasero.

Os arrastraré en mi caída, que la tierra es nuestra, es tuya y de aquel, de Pedro, María, de Juan y José.

Y gracias a la colaboración del google, podré afirmar con propiedad que muy kafkiano tu comentario, Sisterboy. Cada vez que oígo a alguien decir aquello de dantesco o kafkiano me dan ganas de preguntarle cual es su texto favorito de Dante o de Kafka.

Nunca sabré si me gustó "El proceso" o no. Creo que sí, pero no tengo muy claro si lo que interpreté del libro era lo correcto o no.

SisterBoy dijo...

Es el mejor analisis de la obra de Kafka que he escuchado :)