Siendo como somos una empresa dedicada a la fabricación y montaje de estructura metálica, tenemos un elevado riesgo de sufrir accidentes laborales y, por ello, aunque accidentes graves hemos tenido muy pocos, siempre estamos por encima de la media de la Comunidad Valenciana, motivo por el cual todos los años tengo la Charla.
Como soy la puta de la empresa y siempre me presentan voluntario, también soy el responsable del tema de seguridad y estoy hasta los huevos de estas reuniones con tanto director y tanto representante territorial donde tanto se enfatiza lo obvio: todos juntos, formados e informados, concienciados, podemos porque hay que tomar conciencia y concienciar a los que no están concienciados y, así, todos concienciados, estaremos verdaderamente concienciados y para tener prueba de su concienciación deberán presentar un metro cúbico de papeles y documentos en tal fecha y en tal sitio. Con dos cojones.
Porque no se trata de actuar. Se trata de tener papeles. Da igual como trabajemos. Luego llega el delegado de Consellería en visita de inspección y pregunta: ¿tienen ustedes contratado un Servicio de Prevención Ajeno? Sí. Pues, entonces, todo está bien. ¿Pero no quiere darse una vuelta por el Taller o visitar un par de obras a ver como trabajamos? No me hace falta. Lo importante es la concienciación, estar todos concienciados en la concienciación concienciada universal.
Con lo cual todo se resuelve pagando el impuesto revolucionario. Se crea un nuevo segmento, los Servicios de Prevención Ajenos, y se genera un nuevo motor para la economía: nuevos puestos de trabajo que burocratizan más las cosas, más costes, más tiempo y más papeles.
Tengo la convicción de que la seguridad, la calidad y el medio ambiente son las tres grandes mentiras en materia laboral. Algo tan simple como hacer las cosas bien, con riesgo mínimo y respetando el entorno se convierte en algo tremendamente burocratizado y complejo. Y una sirvengonzonería. Lo dicho. Se han creado segmentos que mueven mucho dinero que son absolutamente prescindibles. Cuando hay auditorías todo el mundo pierde el culo. Luego llega el auditor, se lo llevan de comida, de putas y dos años de sello renovado. Para conseguir este sello hay que contratar con empresas consultoras que, a su vez, auditan. De puta madre. Si pagas y rellenas al día doscientos papeles, te doy el sello.
Porque, al final, no se trata de hacer las cosas bien, con riesgo mínimo y respetando el entorno, sino que se trata de que, si pasa algo, tener todos las espaldas cubiertas. Y, con esa mentalidad, pues cada año salgo más concienciado de la Charla de qué detrás de todas estas milongas está la industria del Papel. Y la de las Fotocopiadoras.
05 julio 2006
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