21 junio 2006

Martín es Berta

Ayer le hicieron a Ana la ecografía de las veinte semanas y ¡voila! lo que fue un niño en las dos revisiones previas ha pasado a ser una niña. Se le ha volatilizado la chufa.

La primera reacción fue reírnos. Luego nos dio pena pues tuvimos la sensación como si el niño hubiese estado calentando y, antes de salir, lo hubieran sentado en el banquillo para que saliese la niña. Al final, pues tan rebién.

Yo no tenía ni tengo preferencia. Venga lo que venga lo voy a querer igual y va a ser quien imponga las reglas. Voy a disfrutar mucho viendo las reacciones de su hermano, como van a ir encajando, como se desarrollan sus personalidades, sus gustos y como crecen. Va a ser el doble de divertido que es ahora. Aunque, la verdad, reconozco que con una niña tengo dos temores que no sé yo.

El primer temor es como voy a reaccionar cuando vaya creciendo y vaya trayendo a sus amiguitas a casa. Tengo pavor, porque lo veo factible, a convertirme en un simpaticón que, con el pelo teñido y el bigote que me deje, se dedique a tontear con las niñitas. La edad del pavo a los cincuenta debe ser el colmo de la ridiculez.

El segundo temor será mi reacción cuando mi hija llegue a la adolescencia. Con lo facha y carca que soy ahora, a saber como seré de aquí a unos años. Qué mal lo voy a pasar. Me veo aplicando el axioma de mi primo Fran: "que haga lo que quiera, pero que no me lo cuente. No quiero saberlo". Confío para esto en el sentido común de Ana y en que todos estos años que quedan nos vayamos educando mutuamente para que lo natural sea natural y no algo traumático y doloroso.

Os sorprenderá que no me haya metido con los médicos por el error de confundir a un niño con una niña. La verdad es que me parece asombroso en una ecografía distinguir las distintas partes del feto. Yo no veo nada aunque me lo expliquen así que, por una vez, me callaré y seré respetuoso con los médicos, ese estamento tan bien comido, tan bien bebido, tan bien pertrechado y tan bien viajado gracias a esas ONG que constituyen los Laboratorios Farmacéuticos, que realizan dicha labor de atención hacia los profesionales de la medicina de manera altruista y desinteresada. Porque, como dijo mi gran amigo Ojos, yo receto los productos del laboratorio que me hace mejores regalos, pero eso no es soborno.

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