Comencé a correr de una manera más o menos seria allá por el otoño del 76. Entonces nos apuntamos mi hermano y yo a atletismo en el colegio como actividad extraescolar. Entrenábamos dos veces por semana. Rápidamente vieron que como velocista, saltador o lanzador tenía poco futuro así que, hala, a hacer kilómetros. A esa edad, con diez años, la prueba reina del fondo eran los mil metros. Había entonces un programa de televisión, de nombre "Torneo", en el cual mi colegio siempre participaba. Tres años fui reserva de José de Luna y tres años que me quedé con las ganas de salir en la tele.
Con la llegada de la primavera comenzaban las competiciones en las pistas de Vallehermoso. Era el año 77. En la primera jornada, el equipo de relevos 3x1.000 del colegio Agustiniano, compuesto por José de Luna, Fernando Blanco y servidor batió el record de España categoría alevín. Salimos en los periódicos. Mi padre aún guarda el recorte. Nos duró una semana. Nos lo quitó Menesianos y ya no pudimos recuperarlo en las siguientes carreras.
Llevo, después, treinta años corriendo. Siempre he sido un paquete con mucha afición. He ganado carreras, he disfrutado, he sufrido, me han doblado. Me han pasado muchas cosas. Nada como aquello. Nada. Con mi camiseta negra, mi pantalón rojo y mis zapatillas de clavos. Con aquella misma camiseta negra corrí mis dos primeros maratones en el año 83. Me quedaba un poco prieta. Aún la conservo. Y por muchos años.
23 mayo 2006
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