Mi pubalgia crónica y yo tenemos una relación de vamos a llevarnos bien. Tú no te pases y yo me quedaré tranquila. Cuando le pido un pequeño o un gran sacrificio ella me recuerda mi pasado futbolero. Lo malo es que tiene razón. Y en mi fuero interno me reconcomo y reniego principalmente de aquellos domingos por la mañana maratonianos en las pistas de la Literaria. Allí nos juntábamos Alex y sus hermanos: Willi y Fede, los amigos de Fede: Mourelo, Juanjo, Masa y el hermano de Juanjo, y luego el resto: Maroto, Pato, Sierpe, Torrija, Juan (el hermano de Maroto, el mejor lector de piernas del mundo), Churches, Chaumel y mí. Mención aparte Ojos, que jamás vino pero que se enfadaba si no le avisábamos. Y a jugar. Dos, tres horas de fútbol sala. No sé. Al principio el partido era disputado. Luego, conforme se iban desfondando los rivales, aquello era un paseo militar. Recuerdo a Alex jugando como la Pavlova, a la Sierpe con su sempiterna camiseta rosa con el número diecisiete a la espalda, a Mourelo repartiendo estopa como si no costase, a la Torrija cabreada tirando a puerta desde cualquier sitio, a un helicóptero obligando a parar el partido porque tenía que aterrizar en mitad de la pista, a Willi arrojándose a mis pies mientras yo le picaba el balón con una elegancia que tuvo a público, jugadores, curiosos y espontáneos diez minutos aplaudiendo, a Brad Branson correteando por allí y nosotros haciendo tiempo para ducharnos con él y comprobar si el tamaño de su chufa era proporcional al resto de sus tamaños. Recuerdo también el ruido que hacían aquellas duchas que motivaron que Alex preguntase a la Sierpe si estaba llamando a Rosa pues le había parecido escuchar el bramido de un animal en celo.
También recuerdo el post partido, o tercer tiempo, tomando el aperitivo, cuando la Sierpe soltó su brillante frase "yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así". Entonces aparecía el Gorras, al papeo, repartiendo o recogiendo música. Qué gran deportista el Gorras. Sin duda alguna, el Jim Thorpe valenciano.
02 mayo 2006
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1 comentario:
Ahora mi cuadriceps jodido me impide jugar al futbol sala y ya casi nunca me cabreo por causas deportivas. Cómo pasa el tiempo. Afortunadamente, la pubalgia me respeta.
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