Mi sobrina pequeña, a sus seis meses, protege su rictus impertérrito y el resto de su pelona cabeza con una gorra que, en inglés, tiene la leyenda que encabeza esta entrada.
No voy a decir aquello de que me preocupa el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos. Más bien estoy impaciente por ver el partido que nuestros hijos le van a sacar al mundo que le vamos a dejar.
29 mayo 2006
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