15 mayo 2006

La nostra Reina

Tenía la Torrija ganas de explayarse en sus cuitas y nos citó al Gorras y a mí, que acudimos raudos y solícitos. Domingo por la tarde bajo la torre de Santa Catalina. Como llegaba apurado, decidí coger el coche sin recordar que el centro estaba cortado por la festividad de la Mare de Deu. Di con mis huesos en la Alameda, colapsada por la Feria de las Naciones aunque, milagrosamente, conseguí sitio y aparqué.

Comenzó entonces un bonito paseo por el puente de Calatrava y la Glorieta. Al llegar a Tetuán, en Capitanía, vi que estaban con la ceremonia de arriada de bandera y, recordando mis tiempos de mili, me planté firmes y rendí yo también un emotivo y sincero homenaje a los caídos por España. Proseguí la marcha y, al llegar al cruce de la calle de la Paz con San Vicente, en la plaza de la Reina, vi que estaba cortado por la procesión. Para amenizar la espera decidí llamar a mi hermano y contarle las últimas novedades belmonteñas. Absorto estaba en mis explicaciones cuando, de repente, allí estaba: la Geperudeta. Qué emoción. Como no llevaba pétalos de rosas empecé a aplaudir. Detrás iban el Arzobispo de Valencia, Camps, Rita y toda la patulea. Che, quina impresio.

Pues sí. Me emocioné. Fue muy bonito.

Las cuitas de la Torrija, otro día.

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