07 abril 2006

La uno, la dos, la tres y la cuatro

Echando la vista atrás, aparece como un año crucial el que fue del verano del 83 al verano del 84, el año de COU. Tenía yo diecisiete años, luego dieciocho, con una personalidad muy tierna cincelada por un libro que sigo releyendo de vez en cuando y me sigue estremeciendo: Edad prohibida, de Torcuato Luca de Tena. Un año que arranca con Mª Ángeles, presunta primera novia mía que, con el paso del tiempo, ni novia ni nada. Digamos que primer real gran quebradero de cabeza que propició por mi parte grandes poses melodramáticas de enorme fervor más tarde conocido como granmedusino. Luego, en el colegio, con el Gorras a mi izquierda, Chaumel y Ojos delante, la Sierpe y la Torrija detrás. La perniciosa influencia serratiana de Chaumel. Los intercambios de letras de canciones, a cual más triste, con Ojos y con Chaumel. La perniciosa influencia autiana de Chaumel. La perspectiva siempre positiva, real, fácil y optimista del Gorras. La Sierpe y, sobre todo, la Torrija, que ya nos comenzaba a modelar. Las clases de filosofía con el Tudela. Los análisis de frases con el Camello. El futbolín en Pantera Rosa. Las guerras de tizas en Abil. El campeonato de futbito que ganamos. Un mundo feliz y 1984. Los comics de Richard Corben del Gorras. Las horchatas en el Rincón Valenciano. La sobrina del Villa y su amiga María, con quienes siempre nos cruzábamos, por desgracia en el sentido más literal de la palabra, en el puente de Aragón. El concierto de Chaumel en el Patriarca. El viaje a París, con Nathalie Nebot, de Burriana ella, y Puri Farrona, irundarra. Todavía guardo sus direcciones. ¿Por qué nunca me contestó Nathalie? La Selectividad. El Europeo del 84. El gol de Maceda a Alemania.

Aquel año terminó como empezó: con Mª Ángeles. Pero de una manera distinta. Me tenía entonces de cursi paño de lágrimas mientras perpetraba todo tipo de posturas fagocitantes con el top ten en el ranking de gañanes de Belmonte y su entorno. En una de aquellas tardes, en plena monserga con sus letanías, me la quedé mirando y la espeté -no sé porqué, pero tengo la sensación de que te estás riendo de mí. Y en mitad de sus lastímeras quejas donde mezclaba la palabra ingratitud con otras similares, me fui a ver a Carl Lewis y a la selección de baloncesto jugar una final olímpica. A lo mejor no fue exactamente así, pero, como dijo una vez Sophie Marceau, del 66 ella, -estoy harta de recibir guiones de tíos que sólo quieren vengarse de alguna novia que tuvieron o no tuvieron en su juventud. Qué gran mujer Sophie.

4 comentarios:

Tomoya I dijo...

¿Puri Farrona?
Lo mejor de este blog es cuando posa su mirada cetrina en el espejo retrovisor y aparecen estos nombres de tiempos ignotos como el Apolo de Pinedo.

Puri Farrona también merece su rotonda, como el Apolo o la Dama Ibérica, o convertirse en personaje de Mendoza, como el abogado Miscosillas o Ivet Pardalot.

Qué nostálgicos nos pones y cómo nos gusta. Un mundo feliz de patatas bravas, falditas plisadas y ésta me la acabo.

Tomoya I dijo...

¿La zumería de la calle del Mar la hollábamos en el 83-84? Si no fue entonces podría haberlo sido perfectamente por su atmósfera petulante y sus zumos que siempre sabían a plátano y el suelo que olía a desinfectante.

Anónimo dijo...

Gracias de nuevo, Zepporro, por mentarme en tus bellos comentarios del Blog.

De todas formas, que yo recuerde no he intentado modelar a nadie.

O será que sí...

Zar Polosco dijo...

Torrija, tú bien sabes que podemos considerarnos hijos tuyos.

Y la Zumería es, incluso, anterior. Aunque en el año de COU y posteriores la visitamos. Entonces los de Abil hacían torres humanas en los Castillos en la Plaza del Ajuntament. Qué tonto era Victor.