10 abril 2006

Ya es primavera

Una de las cosas que dan sentido a los fines de semana, especialmente con el buen tiempo, es salir a la calle y contemplar esa explosión de chandals o chándales por doquier. Qué formas. Qué tejidos. Qué colores. Qué diseños. Qué combinaciones. Qué estilismos. Qué sensación de comodidad transmiten. Son ideales para viajar, para hacer la compra, para tomar el aperitivo, para pasear, con perros, con niños. Qué envidia siento cuando veo a esas familias todos ellos con su chándal. Cómo contagian su alegría, su unión, su felicidad. Resulta inconcebible que París o Milán, con sus pasarelas tan exclusivas, puedan dar la espalda a este fenómeno universal. Deberían ser conscientes de que la Alta Costura está agotada. El presente está en el chándal. Y tiene un futuro ilimitado.

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