Te pegas el pateo. Tienes que llegar, mínimo, tres cuartos de hora antes para coger un buen sitio, que cada vez tiran la valla más atrás, que acabarán poniéndola en el cuarto cinturón. Y luego, aguanta tres cuartos de hora. Es muy probable que haga calor. Van a pasar más de treinta corrientes humanas a curar sus males en tu chepa milagrosa. Y los vecinos... Puede tocarte uno que se crea muy gracioso y que hable a gritos, y como diga alguna tontería que a alguien le haga gracia, ya puedes rezar, pues la va a repetir hasta reventar. Puede tocarte un grupo de niñatos macarrilas con el cuerpo absolutamente perforado y en la cabeza todo tipo de absurdos capilares. Puede tocarte una familia con unos progenitores A y B tronco colegas chachi dabuti guays muy enrollados que hablan con sus hijos utilizando expresiones como qué caña y cómo se ha rayado. Puede tocarte un grupo de chiquillas con camisetas de tirantes, de hablar lánguido con eses arrastradas, con unas gafas de sol que, en horizontal, cubrirían Ruzafa y que están todo el rato pendientes de sus móviles. El caso es que pretendo abstraerme y me llevo lectura e, incluso, leo, aunque siempre acabo arrepintiéndome de no haber llevado, en vez de un libro, una docena de metros cúbicos de napalm.
Y, cuando falte un cuarto de hora, música desde los altavoces. El Fallero, bien. Valencia, bien. Pero Vicente Ramírez... Vale que nos caiga simpático, que nos hagan gracia sus discos, que cuando veamos sus carteles nos emocionemos, pero "Valencia en Fallas" y "Ser Fallero", pues no.
Y, volviendo con la gente, luego están las reacciones. Los que harán pública, notoria y manifiesta su insatisfacción permanente y absoluta, dado su alto nivel de exigencia. Los que entran en éxtasis y les da el baile de San Vito y salen corriendo como posesos a aplaudir y vitorear al artista, por supuesto que de una forma ligeramente histriónica. Los gilipollas que se tapan los oídos.
Pero, cuando tiran la mascletá, me olvido de todo. Y, en el camino de vuelta a casa, no hago más que pensar cuándo será la próxima. Y el día de San José, lloro, pataleo y de to.
13 marzo 2006
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