Por si me aburría, este año, además, resulta que soy el Presidente tanto de mi finca como del garaje. No se requiere ninguna atribución especial. Va por turnos, así que, con resignación acepté los cargos. Y no noté nada extraordinario cuando fui investido. No ya el peso de la púrpura, sino que nada de nada. Pero, después de tratar con mis convecinos, no debería ser así. Tal y como uno se convierte en Presidente debe adquirir conocimientos espontáneos de electricidad, electrónica, fontanería, cerrajería, cubiertas, estanqueidades, filtraciones, dilataciones, economía, leyes, ordenación urbana, sanidad y no sé cuantas cosas más. Hasta debo de tener cara de policía. -Perdona, pero el otro día tenía cáscaras de pipas en mi balcón-. -Si quieres llamo a los Geo-.
Y hasta noviembre aún queda un montón. Y me tengo que estudiar lo de la televisión digital. Yo que siempre me creí aquello de que lo importante no era saber sino tener el teléfono del que sabe, empiezo a tener mis dudas. Tendré que dar alguna respuesta convincente alguna vez. No puedo estar siempre tomando nota.
06 marzo 2006
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