Cuando Andrés Morata, el último progre, terminó de expresarle, desde el respeto y el diálogo, su más profunda solidaridad, Ronnie Wellington Tavares le clavó nueve veces su machete en el cuello a la par que exclamaba: ¡Por fin nos libramos de esta chusma!
No sé si mandárselo al vecino de al lado.
05 febrero 2006
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