La Sierpe es uno de los miembros de la cuadrilla del colegio que formamos la Torrija, Maroto, Álex, el Pato, el Gorras, Ojos y yo mismo, el Zepporro. La Sierpe se fue a Barcelona hará ya trece o catorce años y nunca más se supo. Sabemos de sus andanzas porque el Pato tiene relaciones profesionales con el suegro de la Sierpe, el padre de Roscoe. La Sierpe nunca llama. La Sierpe nunca escribe. Alguna Navidad se nos aparece en carne mortal, nos da su bendición y desaparece y no sabemos si hemos soñado, si ha sido un holograma, un pájaro o un avión. Si nos da por recriminarle su actitud él se pone muy solemne y nos cuenta lo del escorpión y la rana y nos dice que es su naturaleza. Álex, harto ya de su comportamiento, pasó de ir a la boda de la Sierpe y éste se sintió profundamente ofendido. Maroto lleva en Barcelona siete años y está todavía por recibir una llamada de la Sierpe interesándose por él, por su vida, por su familia o por lo que sea. La Sierpe es un descastado. Y un cabronazo. Y tiene cara de guisante.
La Sierpe cumple los años el quince de agosto. Entonces baja a Alginet y organiza el gran festorro. La Torrija alguna vez va. La Sierpe, como todos los citados, pertenece a la gloriosa quinta del sesenta y seis. Cuarenta y uno. El año pasado, por el cuadragésimo, Roscoe se puso en contacto con nosotros para pedirnos fotos antiguas pues quería hacerle un álbum sorpresa. Como somos unos capullos, en vez de mandarla a esparragar (como hizo el Pato, por cierto, jugándose las habichuelas), juntamos un montón de fotos y se las mandamos. Por lo menos nos envió un correo colectivo dándonos las gracias. No hemos vuelto a saber de ella. Dentro de nueve años, por el quincuagésimo, igual se le ocurre otra patochada y requiere de nuestra ayuda. Volverá entonces a mostrarse amable y cariñosa y nosotros a ser unos capullos.
La única carta que escribo en todo el año es para felicitarle el cumpleaños a la Sierpe. Lo llevo haciendo desde el ochenta y cuatro. El quince de agosto nunca he estado ni creo que nunca vaya a estar en Valencia, así que compensaba el enorme desaire que suponía no asistir a su fiesta de cumpleaños mandándole una carta. Sólo fallé un año, y, bueno, teníais que haber visto su enorme gesto de decepción por haberle fallado. Además el tío, para estimularme, me dijo que guardaba todas mis cartas y no ordenadas por fechas si no según le hubieran gustado más o menos. Así que, además de ser tan tonto de escribirle, encima me esmero para resultar brillante e ingenioso.
De todas formas, los últimos años mis cartas no dejan de resultar monotemáticas. Me paso todo el rato metiéndome con él. Nunca olvido recordarle que el tres de enero es mi cumpleaños y que espero no morirme sin ser alguna vez felicitado por él, que si el año anterior le comuniqué el embarazo de Ana, si el año tiene cincuenta y dos semanas y el embarazo humano ronda las cuarenta semanas, por una elemental relación numérica no era difícil deducir que mi hijo había nacido y que como estaba tan orgulloso y tan emocionado por tus desvelos, tu cariño y tus atenciones, cabronazo de mierda, he pensado en ti, Sierpe pútrida, como padrino de mi hijo, siempre y cuando me fallen los tres mil millones de candidatos que figuran antes que tú en la lista. Nunca olvido recordarle que Maroto vive en Barcelona y que tiene los enormes cojonazos de haber sido incapaz de llamarle ni siquiera una vez, nunca olvido contarle con pelos y señales todo lo relacionado con Álex, que tan cruel fue pasando de su boda y con eso y poco más lleno dos folios y hasta el año que viene o hasta que me diga aquello que siempre repetía –ya no me hace gracia nada de lo que me dices- con lo que cerraré sin demasiada pena la última página de la que fue en su tiempo una bonita amistad. Porque la amistad es un sentimiento. Pero las plantas hay que regarlas.
07 agosto 2007
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8 comentarios:
Pues yo del revuelto prefiero al jamon que al guisante, pero el guisante esta en muchos revueltos, aparece y desaparece de los guisos a su antojo, esto parece parece una guisantropia elegida, olvidate de el
Qué bien lo cuenta todo mi querido Zarpo pese a lo trillado de las plantas que hay que regar. Pero qué bueno cuando dice "Sierpe pútrida".
Yo le propongo que escriba su última carta de felicitación cumpleañera al ofidio desalmado en este blog. Hacer público, con tu acostumbrada elegancia y respeto a la intimidad, el fin de lo que en su día fue divertida costumbre privada y ha derivado en monumento a la guisantropía del destinatario.
Qué inmutable la Sierpe y el blues y todo.
Ya está la carta en el buzón, Gorras. Y me temo que irá a la cola del paquete. Un poco de inquina y un tanto de afasia. Y como me quedaba un hueco le he puesto parte de la letra del Porrompompero, para que se entretenga y dé palmas.
A mí el revuelto que más me gusta es el de huevo con patatas y ajetes tiernos. No lleva guisantes.
Y no nos olvidaremos de la Sierpe pues siempre es fuente de paridas. Cada vez que nos vemos el resto, siempre nos recriminamos los unos a los otros porque nadie avisó a la Sierpe.
Y tú no olvidas que no sólo con regar crece la planta, también hay que abonarla :))
A ver si un día tenemos foto del grupo
En casi todos los grupos hay una o varias "sierpes".
Que peniña perder el contacto y la amistad de la juventud.Yo he perdido contacto con un montón de gente, por desgracia.Que le vamos a hacer dos no discuten si uno no quiere, y dos no son amigos si uno no pone ningún tipo de interés.
Estáis todos invitados al Concurso Adivina que libro es
Lo curioso son los amigos que no ponen interés pero se muestran dolidos cuando los demás se comportan con él como él.
Lo de la foto de grupo podría ser, siempre y cuando la Torrija me dé permiso y contacte con un experto en photoshop. Hace veinte años llevaba unas gafas que ni Nicola di Bari.
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