Aprovechando mi situación de Rodríguez me dejé corromper fácilmente cual si fuese médico y me dejé invitar a comer por el representante de una empresa de alquiler de maquinaria. Comimos muy bien y no lo pasamos mal. Durante la sobremesa me estuvo comentando sus intenciones vacacionales que no son otras que las de irse al Caribe. Estaba el hombre muy ilusionado, así que le animé en su empeño y más cuando terminaba de pagar la comida. Y no le conté mi experiencia.
Cuando se sometió a votación el destino del viaje de fin de carrera de mi promoción, ganó por abrumadora mayoría la República Dominicana. Nueva York, sorprendentemente, sólo obtuvo un voto. Habíamos replegado dinero suficiente, así que para allá que nos fuimos. Éramos unos cuarenta, treinta y cinco varones y cinco femmes que, a su vez, eran pareja de varones que viajaban. Un viaje prometedor. Salimos a la una de la mañana de Valencia en autobús destino Madrid pues de Barajas partía nuestro avión. Inolvidable la película que nos acompañó durante parte del trayecto: “Jane Bond, agente 069”. Jane Bond era experta en llaves vaginales para reducir a sus víctimas. Muy experta. Gran interpretación la suya.
Antes de nada he de decir que a mí, la playa, me gusta para correr, jugar al fútbol o practicar cualquier deporte y que, si me meto en el agua, es para nadar o para refrescarme. Estar más de un microsegundo tumbado al sol me resulta aburridísimo. Y en el agua tampoco aguanto mucho rato. Sirva como ejemplo cuando, en San Sebastián, nos bajábamos a la Zurriola. Yo dejaba a Ana con su toalla en la playa admirando a los surferos y a los no surferos (ella afirma que los chicos más guapos del mundo están en San Sebastián). Me cambiaba y me iba corriendo por toda la bahía de la Concha hasta el Peine de los Vientos. Vuelta. Me bañaba. Se me cerraban todas las heridas tenidas y por tener, inclusive las del alma, pues la temperatura del Cantábrico es quince grados inferior, por lo menos, a la del Mediterráneo. Me cambiaba y, después, nos íbamos de chacolí, de zuritos y de pinchos. Como debe ser.
Muy interesante lo de la República Dominicana. Fuimos a Puerto Plata. No a la ciudad, sino a un enorme complejo turístico. Allí sólo había momias y focas alemanas y canadienses y recién casados españoles. Hotel, piscina y playa, algo que en la Comunidad Valenciana existe. No era necesario cruzarse el Atlántico para esto.
La playa del complejo no estaba mal. Era grande y el agua estaba limpia. Se corría bien por ella. Pero, el resto del día ya me dirás que podíamos hacer. Jugar al volley playa. Pues jugábamos. Cruzar el Atlántico para jugar al volley playa es de tarugos, pero la gente estaba encantada.
Luego está lo de la pulserita. Parece el sumum del placer llevar una pulserita que te permite comer y beber a tutiplén. La releche. Pasarte el día bebiendo bebidas dulzonas a base de ron y comiendo sándwiches revenidos sólo para amortizar lo que has pagado por la pulserita a mí me parecía absurdo pero, oye, lo que se alegran los ciclistas cuando llevan el amarillo en el Tour no es nada con lo que siente la gente con su pulserita puesta.
En la playa, aparte de estar aburrido como una ostra, tienes que estar continuamente soportando los cien mil negros que no paran de pasar tratando de venderte algo o de hacerte trencitas en el vello púbico. Y tan simpáticos ellos: España, puta madre. No sabían otra frase.
A la gente, lo que más le atrae de toda aquella zona es lo de las playas paradisíacas y lo de las mulatas. La playa donde estábamos nosotros no era mejor que la de Cullera. Hicimos una excursión que nos llevó todo el día para acabar en una islita que tenía sus playas de arena blanca y agua cristalina, con palmeras tumbadas y todo eso. Igualito que los documentales. Llegamos allí, la vimos y nos volvimos. Muy bonito todo. Mi vida estaba colmada. Había visto una playa como la de los anuncios.
Luego está lo de las mulatas. Yo no vi ninguna tía de bandera. Ninguna. Y mira que a mí me gustan todas. Cuando salimos alguna noche, las tías se nos acercaban. Pero allí se liga pagando. Vale que el precio es menor, es ínfimo, pero es pagando. Para ligar pagando no hace falta cruzarse el Atlántico. Además, no te dejan llevarte a las nativas al complejo. No sé donde perpetrarían sus fechorías mis compañeros de promoción. Nunca se lo pregunté.
Y luego el merengue. Todo el día, a todas horas, en todas partes. Hubiera dado mi vida por haber escuchado algo de los Modern Talking, de los Dire Straits, de lo mejor del repertorio de los Hare Khrisna, de cualquiera de las ediciones del Max Mix. Lo del merengue era insufrible. A veces pensaba que estaba dentro de un campo de concentración y la Stassi o el Mossad experimentaban con nosotros.
Una tarde salimos a dar un paseo por la ciudad y entramos en un mercadillo para comprar regalos. Un negro enorme de dos por dos por dos noté que no paraba de mirarme. Al rato se me acercó y me dijo -¿es que no me quieres? Lo que me faltaba. Estaba yo en aquel momento absolutamente desolado pues acababa de enterarme que el Atleti había perdido en el Bernabéu. Era el año noventa y dos. Nos jugábamos la Liga. Nos pusimos dos veces por delante con goles de Manolo y Aguilera y perdimos tres dos. Luego el Madrid fue tan imbécil de, aparte de ganarnos y dejarnos fuera de la Liga, perder en Tenerife y regalarle la Liga al Barça. Pero esa es ya otra historia. El caso es que estaba amargado y cabreado y encima un negrazo tirándome los tejos. Mamá, yo me quiero ir a mi casa.
No todo fue negativo. No comíamos mal. La langosta está buena, aunque para comer langosta no hace falta cruzar el Atlántico. Todos los días caían unos tormentones impresionantes. A mí me encantan las tormentas. Me jodía más el capullo del hotel, que intentaba disculparse de que todos los días lloviese apelando a la mala suerte. Al final me descaré con él y le pregunté si toda la vegetación existente era de plástico porque, de no ser así, haría falta que lloviese mucho para que se conservase. Otra cosa que me gustó fue una excursión de turistas que hicimos en nuestros cuatro por cuatro recorriendo parte de la isla. No estaba mal el paisaje. Lo que más me gustó fue el guía, un español por cierto, que nos comentó que cuando llegásemos a una aldea perdida donde íbamos a comer, si pensábamos darle algo a los niños, por favor no les diésemos dinero pues “aquella gente aún no ha sido tentada por el consumismo”. Por lo menos se me despertó algo de conciencia social y me sentí vivo.
A la vuelta, al recoger la maleta, vi que la habían abierto y me habían quitado todos los regalos que había comprado.
Luego empezaron los exámenes. Creo que fue lo mejor que me pasó en aquellos dos meses.
18 julio 2007
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17 comentarios:
yo no he estado en un viaje de pulsera y gran complejo hotelero en el caribe, pero si hubiera estado lo hubiera narrado como tu ( bueno! no tan bien como tú)
o por lo menos asi màs o menos me lo imagino.
tambien comparto tu vision de la playa, asi que cuando quieras nos vamos los dos a pasar unos días a Cullera que este mes de agosto debe estar tranquila..
iba a decir esto parece que lo haya escrito cucumber, que siempre dice lo mismo sobre la playa.
en todo caso os vais los dos juntos que yo me ire con Ana a tirarme al sol y ver a los chicos guapos.
Lo primero que hago cuando llega el uno de mayo es irme a Cullera y plantar mi sombrilla para así tener sitio en primera línea de playa en agosto. Y ni aún así lo consigo.
¿Qué diferencia hay entre la primera línea de playa y las restantes? ¿No son todas iguales? ¿No calienta el sol lo mismo? Desde la octava línea de playa ¿no sé escucha el mar? ¿no hay humedad?
Te tomo la palabra, Slim. Me iré con Cucumber por ahí. Luego volvemos y os damos la vuelta, para que os tostéis y estéis crujientes del otro lado.
No sé puede explicar mejor un viaje a la República Dominicana de lo que lo has hecho tú. Yo no he estado, pero viajé a México que para el caso es más de lo mismo, aunque por fortuna tuve la idea de hacer unos días de ruta por las profundidades mexicanas, nueva maravilla del mundo mundial incluída (ruta maya muy recomendable que me evitó que tuviera la sensación de que para hacer todo aquello no hacía falta cruzar el Atlántico) y otros menos de playa, días que mi chico y yo aprovechamos para disfrutar de las magníficas instalaciones spa del hotel y para reirnos con los armarios roperos made in USA que movían sus cuerpos en la discoteque cada noche...
En cualquier caso si en Cullera hay chicos guapos en la playa yo también me apunto con Slim y Ana!!!
Gracias por la recomendación aunque innecesaria porque jamás iré al Caribe. Y en cuanto a la playa hace tres años que no piso una y las ultimas veces que fui tenia que fumarme un porro para combatir el aburrimiento
(niños si leeis esto las drogas son malas, nunca las probeis)
este del porro es Riqui Ricardo? :)
Bueno mujer ese es de los pecadillos (antiguos) confesables :D
Arual, en otoño se celebra una carrera en Cullera bastante maja y con mucho desnivel de unos trece kilómetros. Es el único día al año en que voy a Cullera y disfruto bastante pues la carrera discurre por el paseo marítimo y luego sube hacia al faro y todo ello es bastante bonito. Los atletas que corremos somos todos muys feos y esmirriados.
Del resto del año no te puedo decir. En verano Cullera está llena de madrileños o, lo que es lo mismo, de madridistas. Algunos serán guapos, no te digo que no.
Sisterboy, Slim y yo (y seguro que Pi se apunta) vamos a crear la plataforma a favor de las memorias de Riqui Ricardo.
Apuntadme también a mí a esa plataforma chicos!
Cullera al parecer es a Madrid lo que Torredembarra a Barcelona, o Salou a Zaragoza, no???
Por cierto no te imagino esmirriado y feo aunque ahí Ana es quien tiene la última palabra...
Cullera, Gandía, Denia...esto está lleno de madrileños. Salvo, quizá, Jávea, que es donde se concentra el pijerío valenciano.
La opinión de Ana sobre mi presencia física no sería objetiva pues sufriría tremendos castigos físicos y psíquicos de no resultarme convincente. Pregúntale a Pi, que me ha visto. Y a Slim. Y a las Supermodels of the World, que me idolatran.
Yo venía a hablar del post, pero no he estado en el Caribe, y menos en ese tipo de "vacaciones" (ni ganas) y me encuentro con los jugosos comentarios..
1. De Sisterboy vamos desgranando cosillas de aquí y allí, se autodefine como "lacónico", y sí, efectivamente,me apunto a la plataforma como fundadora honorífica.
2. He visto al Zeporro en persona, para mí todo un honor, pero no hablaré sin presencia de mis abogados.
3. Peor fue el viaje de fin de curso de mi promoción de 8º de EGB, como los profes estaban hasta el gorro de ir a buscar ensaimadas a mallorca y aprovechando que en mi curso reinaba el pijerío colectivo, se votó, nada más y nada menos que ir a esquiar a super spot. ¡Menudo coñazo! Los que cada "finde" durante el invierno se iban a esquiar podían lucirse ante los pardillos que como yo, lo más cerca que habíamos estado de la nieve eran un par de ocasiones que había nevado en el pueblo. Una experiencia deliciosa...
A mi la playa me gusta un montón para correr cuando esta desierta y la marea baja, a veces voy en invierno, incluso de noche y con temperaturas cercanas al grado cero. En primavera los días de sol me gusta ir temprano a pasear por la orilla.
En verano tumbado al sol aguanto poco tiempo a no ser que me duerma.
Piiiiiii xddddd no disimules que ya me hiciste una descripción detallada por teléfono de Zar después de verle "in person", lo de imaginé fue para disimular mujer, jajaja!!!!!
Slim dame tu opinión que con una no me basta, va!!!!!
Zar no digas esas cosas de Ana que sé bien que no harías, seguro que ella piensa que eres un adonis, seguro.
Prefiero no saber que te contó Pi por teléfono.
Ana siempre pensó que yo era un Adonis hasta que asumió que es mejor llevar gafas y ver que mostrar al mundo sus muy bonitos ojos y no ver ni torta. He pasado de ser el Apolo de Bellvedere al primo hermano de Jordi Hurtado en cuestión de segundos.
Pero en la salud y en la enfermedad, amiga mía. Haber ido al oculista antes.
Chicas, Zepporro es un pibón. No le déis más vueltas.
Y otra cosa: hay otras formas de viajar al caribe, os lo aseguro.
La playa es quizá lo más aburrido que te puedas echar a la cara en las ya de por sí aburridas tardes de verano. ¿Quién quiere comer arena, torrarse al sol, escuchar las voces la madre que llama a su hijo que está a 2 kilómetros, aguantar a los hijos de los demás "jugando"...?
Anda y que le den a la playa, yo prefiero una terraza en el paseo marítimo desde la que poder despellejar a los que pasan en chanclas y calcetines.
Y del Caribe, lo mismo. Cruzar el Atlántico para hacer lo mismo que aquí es de idiotas. Anda que no habrá mejores cosas que hacer por allí que estar tirado en la playa.
Mmmm, perfecta descripción del viaje. Me pensaré ir alli de vacaciones visto tu post.
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