31 julio 2007

El orgullo del primer mundo

Los tenistas profesionales siempre se andan quejando de la vida que llevan. Que si de ciudad en ciudad, de hotel en hotel, de aeropuerto en aeropuerto, de las pistas al hotel, del hotel a las pistas. Se quejan. Pobrecillos. Imagino que llegarán a su habitación, se engancharán a la Play y les importa tres narices si aquello es Cincinatti o Gstaad, si hay algo para visitar o para disfrutar. Su Play, entrenar y jugar.

Será porque he viajado muy poco, pero a mí me encantan los aeropuertos y me encantan los hoteles. Disfruto mucho únicamente observando. Me gusta mucho que pasen cosas y, cuando uno viaja, todo lo que pasa son cosas. Sólo el hecho de ver gente tan diversa me parece precioso. Y la vida en los hoteles, con la gente rotando constantemente, debe ser interesantísima. Creo que podría trabajar en uno y no me aburriría nunca. Y podría pasarme todo el año de aeropuerto en aeropuerto, de hotel en hotel y dándome paseos por las ciudades en que estuviese entre partido y partido sin cansarme lo más mínimo.

Una de las cosas buenas que tiene el estar metido en la construcción es que, de vez en cuando, muy de vez en cuando, te invitan a inauguraciones o similares. Tres años hemos estado metidos en la construcción de un hotel, que más que una obra hemos hecho cinco mil obrillas. Tres años peleando con el jefe de obra, el encargado, el arquitecto, el jefe de producción, el jefe de compras y, al final, con el mismísimo máximo accionista de la promotora, que se le puso entre ceja y ceja arrancar este verano, se remangó y se pasaba todo el día con el látigo fustigándonos. Y lo ha conseguido. Van a abrir el día uno.

Nunca había vivido la puesta en marcha de un hotel. Por lo que he visto, antes de abrir, están un tiempo con el hotel en rodaje siendo los clientes personas allegadas a las que utilizan como conejillos de indias y que dan su parecer. Y yo fui uno de los elegidos. Me encanta que experimenten conmigo para este tipo de cosas.

El viernes por la tarde nos fuimos para allá Lucía, el Gorras, Ana, que interrumpió su retiro en el secarral de la Manchuela para venirse, la pequeña Berta y yo mismo. Dejamos al pequeño Carlos con mi hermana y sus primos. Toda la semana mentalizándolo para que, al final, él se lo pasase fenomenal sin acordarse de nosotros mientras que nosotros hacíamos pucheros pensando en él. Si lo llego a saber habíamos invertido la terapia. Llegamos a media tarde. Tomamos posesión de las habitaciones, nos dimos un paseo y tomamos algo antes de entrar a cenar. El hotel es un cuatro estrellas de nombre Hotel Ópera Valencia muy cercano a todo lo de la Ciudad de las Ciencias y, por tanto, muy cercano a mi casa. Fuimos andando y con poco equipaje.

Por muchos años que lleve en la construcción, siempre me llama la atención que algo que siempre he visto sucio y caótico pueda estar tan limpio y tan irreconocible. Y aquí quizá más. El hotel ha quedado precioso. Supongo que tendrá página web, por si a alguno le pica la curiosidad. A mí me encantó.

Entramos a cenar. Menú degustación. Ocho platos. Ocho platos de esos inmensos y de todas las formas con una cosita en medio minúscula. Constante rotación de cubiertos. Me acordé del Senséi, que siempre dice que a él le gusta la comida minimalista, pero con colmo. Que rebose bien en el plato. Y de Faemino y Cansado, cuando contaban aquello de que iban a un restaurante de diseño y les sacaban un plato gigante con un chorrito de no sé qué, una hojita y un trocito de carne. Y ellos se quedaban mirando y decían, muy bonito, pero, joder, empánelo por lo menos, que tenga sustancia. Empánelo. Pues eso, ocho sutilezas gastronómicas de nombres variados (vieira con manzana en distintas texturas) y mucho pan. Dos horas después no teníamos hambre. Tres horas después, sí.

Lo de por la noche me lo salto.

Por la mañana, buffet para desayunar. Me confieso incapaz de contenerme ante un buffet. Como diez veces más de lo necesario, ocho veces más de lo razonable, seis veces más de lo saludable, cuatro veces más de lo soportable y dos veces más de lo concebible. Un mostrador de salado frío. Otro mostrador de salado caliente. Otro de dulce. Luego el café y el zumo. Muy rico todo. Y una digestión de boa constrictor.

En el cuestionario pusimos que todo excelente. Ni un pero. Y ayer llamé al dueño de la promotora para darle las gracias y ofrecerme en todo lo que sea menester. Le sugerí la idea de abrir una franquicia de la mansión Play Boy y le reafirmé mi deseo de colaboración en todas las fases de ese proyecto. Dijo que ya me dirá algo. No lo dudo.

10 comentarios:

Slim dijo...

que grandes Faemino y Cansado..yo cada vez que me acuerdo del cordero y las cruces me entra una alegria...

si te invitan otra vez llamanos! besos desde el pirineo

Álex dijo...

Eso, si te invitan otra vez, toda la gente del blog pa' Valencia...

Y los corderos con buen vino de Rueda, por supuesto.

Y patatitas.

SisterBoy dijo...

Lo mejor de llegar a un sitio nuevo es dejar las maletas donde sea y dar un paseo por la ciudad.

Los desayunos de hotel finolis son un punto a favor de la humanidad.

Pasitos de bebe dijo...

Jo!! me encantan los desayunos de hotel, sobre todo esos de cuatro estrellas, como me pongo.
¿Me llevaras tambien si te invitan?
Ya veras... eso es ser una conejillo de seda, nene!!!

Zar Polosco dijo...

Iremos todos. Una pena no conoceros antes, pues la inauguración del Hotel Bali en Benidorm fue muy de Benidorm. Pantagruel no pudo con todo.

Arual dijo...

Madre del amor hermoso, cuenta conmigo también a la próxima.
Qué suerte que te inviten a algo así!!
Estoy contigo, me gustan los hoteles, los desayunos buffet de los cuatro estrellas, todo tan bueno, pulcro y buen puesto, me gustan los aeropuertos, mirar a la gente, me gusta la musiquita de los aviones, me gusta viajar, me gusta hacer fotos a cosas curiosas, sentarme en una terracita de la ciudad que visito y sentirme una ciudadana más, me encanta todo eso, y odio que los que hacen constantemente eso se quejen, leches! Y estoy feliz porque la semana que viene estaré inmersa en ello, viajar, viajar, aiss que ganicas tengo de que llegue ya el fin de semana para alzar el vuelo y nunca mejor dicho.

pep-ito dijo...

¿Yo también estoy invitado al hotel?
mmmmmmmmmmmmmmm


¿Mañana vienes al café?

Zar Polosco dijo...

Espero que nos acepten a todos, Pep.

Sí que iré, sí.

Pornhub dijo...

guillaumecanet.tv

amulet88 dijo...

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