Desalento

Siempre he sido de la opinión de que este es un mundo de pasiones y que es mejor padecer calamidades emocionales antes que vivir la vida como un observador o como un espectador. Y aunque sigo siendo de la misma opinión si, de repente, los Gil cogiesen al Atleti, disolviesen la sociedad, replegasen la pasta, se largasen e hicieran desaparecer al Atlético de Madrid me convertirían en el hombre más feliz del mundo. Este estado de eterna desilusión mezclado con una resignación permanente y un escepticismo feroz me empieza a resultar insoportable. No le veo solución. No veo la luz por ninguna parte. Y como no voy a cambiar de equipo ni así me maten ni mediante hipnosis, lobotomía o trepanación no veo más opción para que termine la rabia que matar al perro, así que, por favor, delenda est Atlético de Madrid, como realmente quiso decir Catón. Queda terminantemente prohibido fabricar colchones con franjas rojas y blancas. El paseo de los Melancólicos, también conocido como la Senda de los Elefantes (este Atleti, este Atleti) será levantado y en su lugar se construirá un centro comercial. Ni el recuerdo ha de quedar. Ni el recuerdo.