Faisanada 05/05/07

Adjunto menú de la Faisanada celebrada el cinco de mayo del presente.

De aperitivos tuvimos canapés de pimiento de piquillo con queso fresco y anchoa en salazón, fritos de plátano y beicon, rulo de salmón ahumado relleno de ensaladilla y canapé de pato al caramelo.

De plato central para la comida tuvimos entrecot a la parrilla con patatas fritas y setas. Impresionante.

Para el postre el Senséi trajo una tarta de chocolate y crema que duró un suspiro.

Para la cena nos preparamos unos sombreros de setas, dátiles con beicon y almendras, huevos fritos con tocinillo, chistorra con patatas fritas y pisto con migas de atún.

Del vino se encargó FV. Tinto para la comida y blanco la cena. Los enólogos lo celebraron mucho. A los cutres todos nos están buenos.


Los Faisanes somos una cuadrilla de amigos vinculados con Belmonte. Somos unos treinta y llevamos yendo juntos un montonazo de años. Todo tíos. Hemos regateado la ley de paridad porque la mitad son del Madrid y la otra mitad somos del Atleti, con algún despistado suelto del Bilbao, Valencia y Barcelona y nos lo han aceptado. Somos heterogéneos y variopintos, cada uno de su padre y de su madre y con edades comprendidas entre los treinta y cuatro y los cuarenta y nueve. No todos somos íntimos (eso sería imposible) pero nos apreciamos y soportamos lo mejor que podemos. Siempre me parece un milagro mantener el equilibrio, pero aquí seguimos después de muchos años.

El origen del nombre del grupo es una tontería. Se fueron varios al piso de Leganés de José Manuel a pasar el fin de semana. Salieron, Toñín ligó y los demás, de guasa, empezaron: -ahí, faisán. Muy bien. Y ya está. Gran explicación.

La Faisanada nace porque ya estábamos casi todos casados y no se vislumbraba ninguna despedida de soltero en el horizonte. Así, para no perder el ritmo, organizamos el invento este. Celebramos dos al año (noviembre y mayo) y ya llevamos dieciséis. De los treinta siempre nos solemos juntar unos veinte. Cada uno se organiza como puede y tiene sus circunstancias (las novias y mujeres de los amigos: ese mundo). En teoría la Faisanada comienza el sábado a mediodía, pero el viernes por la noche la mayoría ya estamos por allí. Solemos cenar un menú basado en la dieta mediterránea (asamos forro de cabeza, panceta, longanizas, chorizos y morcillas) y luego nos acostamos a las mil quinientas. Como el sábado hay que medio madrugar para preparar la comida, comenzamos el día con resacones del quince que ahogamos en botellines de cerveza.

La Faisanada consiste en beber, para qué nos vamos a engañar. Comemos como curas, cantamos muy entonados, bailamos como hooligans, algunos se dedican a las hierbas no precisamente destiladas, pero estamos todo el día bebiendo. Cerveza, vino, carajillo, aguardiente, cubatas, cubatas, cubatas, cubatas, vino, carajillo, aguardiente, cubatas, cubatas, cubatas. Cada uno a su ritmo, que la experiencia es un grado, pero como cosacos. Empalmamos el aperitivo con la noche, y así acaba más de uno.

A mí, con todo, lo que más me gusta de la Faisanada es el domingo. Habitualmente comemos juntos la mayoría (ayer, callos con garbanzos) y, entre brumas y sin voz ninguna vamos recordando lo que pasó y nos reímos mucho. Si no fuera por el domingo, más de uno no recordaría nada.

Hoy, lunes, sigo con el cuerpo que no está para bailar jotas. Pero ayer terminaron mis vacaciones, así que esta noche tengo una cita con el río y con mis zapatillas. Tengo muchas toxinas que quemar. Demasiadas.