With emptiness all around

Cada vez que vamos a Villaescusa/Belmonte, procuro que salgamos sobre las diez de la mañana para así ir escuchando "Club Elvis", un programa que ahora se emite en Rock and gol y que lleva haciendo Vicente Ahumada desde hace un porrón de años. El programa, como es de suponer, está dedicado por completo al Rey. Cuentan batallas y ponen mucha música.

Tal y como empieza el programa, yo estoy moderado. Me dura poco. Considero que las canciones de Elvis son una invitación a cantar. Además, como tengo archidemostrado, es imposible cantar una canción de Elvis sin componer y engolar la voz. Por lo tanto, a los diez segundos ahí estamos los dos codo con codo que si "A mess of blues", que si "That`s allright", que si "Little sister" o que si "Suspicious minds". Ana siempre termina diciendo aquello de que o me callo o su abogado se pondrá en contacto con el mío. Suerte tiene que a partir del portillo de Buñol la señal se empieza a perder y ya por Siete Aguas apenas se escucha nada.

A mí Elvis me gusta. Me gusta mucho. No es quizá lo que más me guste, pero es que Elvis tiene otros enfoques. Además, Elvis, como Sinatra, como los Panchos, son muy peligrosos. Grabaron tal cantidad de canciones que para quedarte con el grano hay que separar mucha paja (sí, he escrito paja). Comprarte discos al tun tun de Elvis es poco menos que suicida.

Están preparando en "Club Elvis" en conmemoración por los treinta años de su muerte (mejor que conmemoración digamos que en recuerdo o en homenaje) un viaje a Memphis. No voy a ir porque no voy a ir. Pero iría, ya lo creo que iría. A eso me refiero con lo de los otros enfoques. Su música es buena aunque hay de todo. Él, como persona, era un afásico de cojones. Pero lo verdaderamente fascinante de Elvis es toda su aura, todo el mito, todo lo que se ha construido alrededor. Será ficticio o excesivo, pero a mí me atrae como a las moscas un panal de rica miel. Seiscientas mil personas visitaron el año pasado "Graceland". Memphis es una ciudad portuaria fluvial cuya gran fiesta consiste en diez mil tíos disfrazados de cerdos. Pero espero no morirme sin ir antes a Memphis y ser parte de la masa anónima que visita "Graceland" con una cazadora de lentejuelas y flecos.

Hace tiempo le propuse al Gorras tomarnos unos semestres sabáticos y seguir la vida de Elvis paso a paso y por orden. Empezaríamos por Tupelo, Mississipi. Visitaríamos Alemania, donde hizo la mili, y pasaríamos largas temporadas en Las Vegas, Nueva York y Memphis. Nos documentaríamos bien y lo recorreríamos todo. En estos estudios grabó "Good luck charm" y allí los dos en el estudio be my little good luck charm aaaah you sweet delight. Sigo pensando que es una buena idea, una de las mil quinientas cosas que me quedan pendientes.

Por último no quisiera terminar este escrito sobre Elvis sin recordar a Álex, otro mitómano que me inició en el camino. Imborrables aquellos días en que Maroto, el Gorras y yo nos íbamos a comer la Mona de pascua con él a Segart y nos pateábamos el Camp de Morvedre. Siempre acabábamos cantando "Are you lonesome tonight" y, al llegar al recitado, nosotros murmurábamos con mucha suavidad la música como avezados Jordanaires mientras él, inmenso, decía aquello de i wonder if you are lonesome tonight. Memorable.