Anoche tuvimos reunión de vecinos. En un local que hay en la planta baja de la finca que quedó vacío van a montar un garito y estamos todos revolucionados. No sabemos qué tipo de tugurio va a ser, ni hacia quién va a ir enfocado ni nada de nada, pero hay unos cuantos que ya están histéricos y tal y cual. No sacamos ninguna conclusión. Sólo nos queda averiguar si el negocio es legal, torpedearlo si no lo fuese y esperar a ver qué pasa. Luego, pues ya obraremos. Si nos tocan las narices, si no nos dejan dormir, si nos convierten aquello en un estercolero, si nos abren un after y nos confunden con Sodoma, Gomorra y Jericó pues trataremos de hacerles como podamos la vida imposible. Si es un pafeto de cafés y hermanas ursulinas, pues bajaremos a dar vivas a la madre superiora.
El caso es que, cuando subía a casa, pensaba qué fuerza moral tengo yo para denunciar o para quejarme. Hace años hablaba con un constructor y me comentó que vivía en la plaza Xuquer. Luego me miró y me dijo –seguro que tú eres uno de los hijoputas que no me ha dejado dormir durante todos estos años. Yo me reí y le dije –para qué te voy a engañar. A mí me pilló toda la época de esplendor de Xuquer, bebiendo los cubalitros en la calle en jueves, viernes o sábados, cantando rancheras, corridos, jotas, boleros y lo que se terciase a las tantas de la mañana junto a los riojanos, Gabi, mi hermano y los que se apuntasen; meando en cualquier rincón; exaltando nuestra amistad con abrazos y besos verdaderamente altisonantes. Nunca fuimos conflictivos, nunca discutimos con nadie, nunca, salvo nuestros orines, dejamos nada más sucio que nos lo habíamos encontrado, pero a ver con qué cara le digo yo a alguien que con su comportamiento me impide dormir o que está degradando mi zona.
Aunque, bien mirado, soy responsable de la salud física y mental de mis hijos por lo menos hasta su mayoría de edad (que, mucho me temo, rondará los treinta y cinco). Por lo tanto, y hasta que sean ellos los que con sus voces cazalleras me despierten cantando desafinados, tengo argumentos.
Lo haré por ellos. No hay nada más fácil en este mundo que autoconvencerse. Al final, la realidad no deja de ser un estado de la mente.
20 febrero 2007
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5 comentarios:
Ay!!! Cuántas veces habrñe estando en similar tesitura...
Si es que son las circunstancias las que nos hacen estar en uno u otro bando. Eso e intentar aplicar el sentido común a nuestras vidas y ser coherentes.
Espero que mi hijo haga si no lo mismo, algo parecido que hacía yo "de joven"(aunque luego sea todo lo contrario a lo que le diga que deberí hacer), y que coja alguna de mis "virtudes" de las que gozo en mi "adultez".
En mi comentario de hoy no tengo abuela, pero es que con lo "capulla" que he llegado a ser en épocas en las que vivir de noche implicaban lo opuesto a mi realidad actual (que es trabajar), y lo rematadamente cascarrabias y aguafiestas que puedo llegar a ser hoy por hoy en alguna ocasión, me gusta mi evolución. Y no cambiaría nada de lo pasado, pues ya no sería quien creo que soy.
Argh.. ya me estoy liando y enrollando, Zar, cuando quieras pídeme que pare y pararé (o tal vez no, quiero conservar un poco más esa niña que todavía soy) :)
Pi, si te digo que pares seguro que me pierdo algo.
Esto de los escandalos nocturnos es como la reencarnación budista en una sola vida. Los que jodieron serán jodidos. Mantenos al corriente
La existencia, bueno... ¿qué importa?
Vivo lo mejor que puedo.
El pasado es ahora parte de mi futuro.
El presente es inalcanzable.
Corazón y alma, uno arderá.
Lo que va a arder, estimado Gandul Sagaz, van a ser tus gónadas, dejando un rastro hediondo y embriagador para tus huestes.
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