El pasado día treinta y uno se jubiló Alejandro. Alejandro, todo un personaje, mitad cordobés, mitad manisero. Alejandro, toda su vida en talleres de estructura, con cierto aire a Buster Keaton pero infinitamente más locuaz.
No sé de qué os quejáis ahora. Tanto quejaros los jóvenes y os pasáis la vida follando. Sí, a todas horas. En mis tiempos…Mira, la P. y yo llegamos enteros al altar. Enteritos. Pero, eso sí, lo único que no hicimos fue follar. Nos pasábamos el invierno en casa de la P., en la mesa camilla, con el brasero a nuestros pies, con las ascuas bien calentitas. Allí sentados estábamos mis suegros, la P. y yo, la P. y yo bien juntitos, todos bien tapados con las faldas de la mesa camilla, con las manos por dentro. Y, de repente, las brasas del brasero empezaban a sonar: psssh, psssh, psssh…
Nunca volverán los lunes a ser los mismos, Alejandro. ¿Quién se va a reír de mí cada vez que pierda el Atleti? ¿De quién me voy a reír cada vez que pierda el Valencia? Te voy a echar de menos.
06 febrero 2007
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