En Valencia y su provincia hay mucha afición a la carrera pedestre. Raro es el pueblo que no tiene un club. Raro es el fin de semana en que no se celebran dos o tres carreras, la menos concurrida de las cuales junta quinientos atletas. Las carreras siempre están organizadas por dichos clubes los cuales, con la mejor de sus voluntades, se mueven todo lo que pueden y lloran y sangran a quien haga falta para hacer la mejor de las carreras posibles y conseguir una buena bolsa del corredor para todos los participantes.
Esta afición por correr contrasta, por decirlo de alguna manera, con la poca afición que existe en esta zona por el atletismo. Viendo las carreras están algunos (pocos) parientes de los que corren, la policia local y protección civil porque les toca trabajar y, si el recorrido es urbano, algún despistado que se sienta a la puerta de su casa a ver pasar gente sudorosa como quien mira el desfile del circo. La máxima expresión de esta nula afición pienso que está en el Maratón de Valencia. Se gastan una pasta en traer gente que luego, como hace aire, se reservan y, si juntamos todo el público que está viendo la carrera, de los cuarenta y dos kilómetros no llenaríamos dos. Es muy triste, en el cauce del Turia, en el final de la carrera, ver la espalda de la gente que está siguiendo los partidos que se juegan mientras que los que corren ya no saben a que santo encomendarse para que llegue la meta cuanto antes y casi suplican por una brizna de aliento.
Me habían hablado muy bien de la San Silvestre Vallecana, por eso este año me animé. Vi que me daba tiempo a llegar a cenar a Belmonte en Nochevieja, llamé a mi amigo Jose el vasco, que la corre casi todos los años, me inscribió y allá que me fui el día treinta y uno por la mañana temprano a pasar el día con él y a correr junto a veinte mil más en la carrera popular.
Aquello, además de una carrera, es un anuncio gigante de Nike o naiki, como les gusta decir a los más capullos. Con la inscripción te dan una camiseta de manga larga extra dry sweater system energy meaning sensurround all over the buterfly pillow wherever you are there is no sunshine amarillo fosforescente con tu dorsal serigrafiado y la palabra y el simbolo de Nike por todas partes con la cual es obligatorio correr.
Ya impresiona coger el metro y ver el andén y todos los vagones llenos de camisetas chillonas. Impresiona bajar en Nuevos Ministerios y las oleadas que suben por la Castellana hacia el Cuernabéu, lugar de la salida (con lo grande que es Madrid, no había otro sitio). Impresiona la organización, pues, con el fin de hacer la carrera más justa y competitiva, según los tiempos acreditados se estabula a los corredores en distintas cuadras a las que accedes con tu pulsera con el color identificativo. Yo, a pesar de lo malo que soy, pues no soy tan malo ya que me correspondió salir en el primero de los chiqueros, con los mejores de los populares.
Tras calentar por la zona y mingitar recitando mi verso es de un verde claro y de un carmín encendido en la plaza José Martí, me situé, un cuarto de hora antes, en la salida. En la megafonía sonaban los Blues Brothers. Yo trataba de no quedarme frío, pero estaba con la piel de gallina de la tensión, de los nervios, de la euforia.
La carrera es adrenalina pura. Tras el pistoletazo, empezó a sonar el "Back in black" de los AC-DC (imagináos un estámpido y el riff de guitarra del principio de esa canción. Decidme si no es acojonante). Los primeros cuatrocientos metros son de fuerte subida hasta la plaza de los Sagrados Corazones y hay que arrancar a tope porque si no los de detrás, que no son pocos, te arrollan. A las cuatrocientos metros ya estás echando el bofe.
El recorrido es precioso. Madrid es Madrid, no sólo porque sea mi ciudad de nacimiento. A mí me encanta. Bajas todo Serrano hasta llegar a la Puerta de Alcalá. Luego bajas a Cibeles, recorres el Paseo del Prado, Atocha, Ciudad de Barcelona, Avenida de la Albufera (qué bonito nombre) y luego por Vallecas hasta la meta, junto al campo del Rayo.
Como decía antes, la carrera es pura adrenalina. Hay grupos tocando a lo largo del recorrido. El que estaba junto a Atocha a mi paso estaba tocando "All day and all of the night" de los Kinks. Pasar junto a Neptuno. Pasar junto a mi casa, por mi barrio, en Ciudad de Barcelona. Pero lo que es verdaderamente precioso es la gente. Al principio no hay nadie, que me quedé un tanto despagado pensando en que me devolviesen el dinero, pero luego, a partir de Colón aquello se va poblando y de Atocha a meta es inenarrable. Tenía la misma sensación que los ciclistas cuando suben Alpes o Pirineos, arropados por ese pasillo de gente jaleando, gritando, animando. En mi vida había vivido algo así. En mi vida. Llegué a meta vacío, en una nube, con la sensación que había corrido fatal pero con el crono marcando un tiempazo. Nada de cabeza en esa carrera. Todo corazón. Todo adrenalina.
Por si tenía alguna duda, voy de cabeza al Maratón de Madrid. Y en la San Silvestre de los años que me queden que se vayan preparando que pienso volver siempre. Pero siempre, siempre.
P.D. Por cierto, quedé el doscientos once, que de veinte mil no está mal. Tienes razón, Torrija. La vanidad me pierde.
04 enero 2007
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9 comentarios:
Excelente a ver si puedes sacarme de una duda que me ha perturbado un tanto el consumo de langostinos, ¿por qué los corredores que llegaron en primera posición lo hicieron cubiertos de una misteriosa espuma?
La gente se divierte rociando de nieve artificial a los primeros. Siempre piden que, por favor, se respete a los atletas pero ni puñetero caso. Charles Bronson ya lo habría resuelto.
Eso me temia, lo malo es que lo van a coger de tradición y en este pais la tradición es más poderosa que la muerte (y a veces más terrible)
En algunas regiones del norte de España la tradición es ley.
Y también se dice que el uso hace la norma.
La tradición puede ser más terrible que la muerte. Como aseveración es muy buena. Ya me has chafado el fin de semana, pensando en ejemplos y contraejemplos de tu afirmación.
Muy bonito, Zeppo, y enhorabuena.
Lo dicho, algún año iremos a la de Nueva York. Yo creo que podré terminar los cinco primeros kilometros, si no pasan por el Bronx, y tú hasta el final.
Qué felices seremos los dos.
que chulo, dan ganas de ir el año que viene a correr!!
iria si no me diera flato siempre que corro a por el autobus...
Enhorabuena Zepporro, me alegro de tu disfrute maratonino y de tu buena marca.
Y de tu escrito, excelente lo de la sudadera de Nike y emocionante tu detalle para con José Martí.
Slim, despacito no da flato.
Cuando vayamos a la maratón de Nueva York, nos iremos seis meses antes para aclimatarnos bien. Tendremos tiempo para darnos una vueltecita por la ciudad.
Sabía que el último rojo se conmovería por la alusión a José Martí.
A mí estas cosas me impresionan. Yo he vivido siete años en Vallekas y no he ido nunca, ni siquiera a verlo... ahora no sé si volverme allí
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