Nuevo capítulo del serial incalificable sobre letras de canciones. Hoy: el melodrama. La cieguita. Carlos Gardel.
A pesar del mucho tiempo
desde entonces transcurrido,
aún mi pecho conmovido
se recuerda con dolor
de aquel día que, en paseo,
vino a un banco una cieguita
y a su lado una viejita
que era su guía y su amor.
Y observé que la chiquita
de ojos grandes y vacíos
escuchaba el griterío
de otras nenas al saltar,
y la oí que amargamente
en un son que era de queja
preguntábale a la vieja:
¿Por qué yo no he de jugar?
Y a punto fijo no sé
si el dolor que sentí
fue escuchando la voz de la nena.
O fue que cuando miré
a su vieja advertí
que lloraba en silencio su pena.
¡Ay, cieguita!,
dije yo con gran pesar,
ven conmigo, pobrecita,
le di un beso y la cieguita
tuvo ya con quien jugar.
Y fue así que diariamente
al llegar con su viejita
me buscaba la cieguita
con tantísimo interés.
¡Qué feliz era la pobre
cuando junto a mi llegaba
y con sus mimos lograba
que jugásemos los tres!...
Pero un día, bien me acuerdo,
no fue más que la viejita
que me dijo: La cieguita
está a punto de expirar...
Fuí corriendo hasta su cuna,
la cieguita se moría,
y al morirse me decía:
¿Con quién vas ahora a jugar?
Y a punto fijo no sé
si el dolor que sentí
fue escuchando el adiós de la nena.
O fue que cuando miré
a su vieja advertí
que lloraba en silencio su pena.
¡Ay, cieguita!,
yo no te podré olvidar;
pues me acuerdo de mi hijita
que también era cieguita
y no podía jugar...
He aquí una historia impecablemente contada. He aquí una historia que, sorprendentemente, nunca fue llevada al cine ni por Max Ophuls ni por José Luis Garci. He aquí una historia que, pudiendo ser desenfocada y malinterpretada, provoca que el atisbo de un mal pensamiento cause bochorno y sonrojo. No es ésta una letra para analizar. Esta letra, por cierto, escrita por españoles, catalanes para más señas, es para disfrutarla, para aprender de ella cómo se narra, como se relata: planteamiento, nudo, desenlace (fatal) con sorpresa final que provoca ríos de lágrimas. Me imagino a los dos bailarines del tango, tan serios, tan fríos, tan elegantes, tan distantes, abrazados llorando por la muerte de la cieguita. Me imagino un River-Boca, con un minuto de silencio sepulcral en honor de la cieguita poco antes de que las aficiones se metan a través de sus esfínteres una central nuclear los unos a los otros. Me imagino a la clase dirigente argentina una hora seguida sin robar en recuerdo del óbito de la pobre cieguita. Me imagino a Jorge Cafrune afeitándose la barba por la pena, a Martín Fierro comiendo pescado del disgusto, al Cholo Simeone y a Julen Guerrero llorando juntos y abrazados en el funeral. Pobre cieguita. Y pobre hijita. Qué pena más grande.
15 noviembre 2006
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15 comentarios:
Imagina también a Larralde sin tomar mate en un mes...
Esta canción sí merece una entrada en tu Blog, ¡la pucha!
Y lo de Martín Fierro y el pescado, genial.
Sitting on a park bench
eyeing little girls with bad intent.
No es eso, Sisterboy, no es eso. Gardel y el duque de feria no tienen nada que ver.
y de qué muere la cieguita? no sería el hastío que le producía la compasión ajena?
De todos modos es una letra más presentable que aquella de
FUERZA CANEJO
SUFRA Y NO LLORE
QUE UN HOMBRE MACHO
NO DEBE LLORAAAAAAAAAAAAAR
La cieguita murió de una cardiopatía en la cornea.
Qué lástima no acordarme de Larralde.
Cada vez que veo a Ian Anderson me dan ganas de regalarle una pastilla de jabón.
Un hombre macho no debe llorar, pero luego, ya se sabe. Esos hombres que caminan que parecen visigodos, mucho músculo, poco cerebro, luego lloran como todos.
Sí que da juego esto de las letras de canciones, sí.
o: Los chicos no lloran deben de pelear
La letra original decía: Los chicos no lloran se la deben pelar
Lo que no quedaba claro era si solos o entre ellos y como quedaba algo políticamente incorrecto y dejaba a los hombres en un lugar más cercano a los orangutanes decidieron cambiar ligeramente la letra...
¿Que los chicos se la pelan? ¿Hombres y onanismo, una dualidad convertida en unidad? Jamás, por mil años que viviese, lo hubiese sospechado.
Bueno... según las últimas estadísticas el hombre piensa una media de 200 veces al día en sexo (o al menos eso comentó el Gran Wuayoming, nombre impronunciable y harto difícil de escribir), así pues no nos queda tiempo para llorar y sí para ocuparlo en otras cosas mas divertidas y placenteras ^^
Partícularmente me he contado y supero esa media de 200 pensamientos jijiji. Son las 12:25 y ya voy por la 283. ;P
Pues yo sólo pienso en sexo una vez al día, y esa única vez empieza cuando me despierto y acaba cuando me duermo (y en ocasiones ni siquiera en ese momento acaba)
Caramba Sisterboy, tendré que leerte a partir de ahora bajo un nuevo prisma, picaruelo.
Tras el interludio vasco el priapismo ha vuelto ha vuelto a su lugar preponderante en este nuestro blog.
Supongo que hoy nuestro anfitrión no se encontrará raro.
Me encuentro en mi salsa.
Sisterboy, viendo "The queen", ¿también pensabas únicamente en sexo?
¿Doscientas veces al día? Contando sólo el periodo de vigilia, dieciséis horas al día, que sería discutible, doscientos entre dieciséis supone pensar en sexo aproximadamente cada cuatro minutos cuarenta y ocho segundos. Si ese es el promedio, habrá alguien que piense muy poco en sexo para equilibrar mi desviación mental.
Bueno... yo creo que se piensa más en sexo cuanto menos se practica... y siguiendo con lo que estaba pensando: Me preguntaba la cantidad de óxigeno que se llevaron en el primer viaje a la luna...
valee... ya se que me vais a decir que deje de aburrirme tanto y follehem más
PD: Muy bueno el apunte sobre The Queen XD
No estoy de acuerdo Pi, se piensa cuando no se practica porque quieres practicar y se piensa cuando se practica porque quieres practicar más.
En The Queen pensaba en Lady Di que siempre me hizo tilin :D
Pido disculpas de antemano porque voy a ser demasiado chabacano, bajando el nivel de mala manera.
Se piensa en el sexo cuando no sé practica. No se piensa en el sexo durante su praxis porque uno está pensando en el Atleti, en el trabajo o en Abebe Bikila para así aguantar un pelín más. Después del sexo yo sólo soy capaz de pensar porqué Claudio (el de Yo) se comió aquel plato de setas cuando sabía que estaban envenenadas, en la teoría del caos o en que cómo puede ser que su madre fuese alta y delgada.
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