Mis amigos del Centro de Transfusiones de la Comunidad Valenciana me envían de vez en cuando unas cartitas que, la verdad, me tocan bastante los cojones. Dicen algo similar a esto:
"Tu ayuda ha salvado la vida de, al menos, tres personas. Con tu donación de sangre colaboras con los hospitales en la atención a los enfermos. En su nombre, muchas gracias y confiamos en seguir contando con tu colaboración. Te esperamos.
Todos te dan las gracias y vuelven a pedir tu colaboración. Ven a donar el próximo día..."
Eso de que primero te coman la orejita, te proclamen superhéroe y prócer del altruismo y te acaben haciendo chantaje emocional me subleva. Prefiero que me digan tal día a tal hora, fríamente, como un telegrama.
De lo poco o mucho que aprendí en los colegios de curas donde hice mi EGB, BUP y COU, si algo se me quedó grabado es aquello de que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha. Por eso le tengo tanta tirria a todos estos generosos tan solidarios oenegeros de pancarta y medios de comunicación y demás morralla demagoga y cínica. Lo que yo haga es cosa mía. Por eso que me babeen por escrito me retuerce las entrañas.
Y si es tan necesaria la sangre, que sea obligatoria su cesión. El que no pueda, que lo justifique y se le exime. El resto, a enchufarse. Y si sobra sangre, se trafica o se comercia con ella y con los beneficios se financian las obras del Parque Central de Valencia y se soterran las vías.
Y si las ganas de ser agradecidos les engangrena, pues nada de cartitas, llaveros o bolígrafos. Beneficios fiscales, mariscadas en O`Grove o de chuletones en una sidrería en Astigarraga. Claro que sí.
06 septiembre 2006
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3 comentarios:
Muerte -no sólo artística- a Cristina del Valle.
Muerte con escarnio, vejaciones y humillaciones en plaza pública y retransmitido a todo el mundo. Completamente de acuerdo.
Dí que sí. Las cosas claras y la sangre, espesa.
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