06 septiembre 2006

Bolsas

Mis amigos del Centro de Transfusiones de la Comunidad Valenciana me envían de vez en cuando unas cartitas que, la verdad, me tocan bastante los cojones. Dicen algo similar a esto:

"Tu ayuda ha salvado la vida de, al menos, tres personas. Con tu donación de sangre colaboras con los hospitales en la atención a los enfermos. En su nombre, muchas gracias y confiamos en seguir contando con tu colaboración. Te esperamos.

Todos te dan las gracias y vuelven a pedir tu colaboración. Ven a donar el próximo día..."

Eso de que primero te coman la orejita, te proclamen superhéroe y prócer del altruismo y te acaben haciendo chantaje emocional me subleva. Prefiero que me digan tal día a tal hora, fríamente, como un telegrama.

De lo poco o mucho que aprendí en los colegios de curas donde hice mi EGB, BUP y COU, si algo se me quedó grabado es aquello de que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha. Por eso le tengo tanta tirria a todos estos generosos tan solidarios oenegeros de pancarta y medios de comunicación y demás morralla demagoga y cínica. Lo que yo haga es cosa mía. Por eso que me babeen por escrito me retuerce las entrañas.

Y si es tan necesaria la sangre, que sea obligatoria su cesión. El que no pueda, que lo justifique y se le exime. El resto, a enchufarse. Y si sobra sangre, se trafica o se comercia con ella y con los beneficios se financian las obras del Parque Central de Valencia y se soterran las vías.

Y si las ganas de ser agradecidos les engangrena, pues nada de cartitas, llaveros o bolígrafos. Beneficios fiscales, mariscadas en O`Grove o de chuletones en una sidrería en Astigarraga. Claro que sí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muerte -no sólo artística- a Cristina del Valle.

Zar Polosco dijo...

Muerte con escarnio, vejaciones y humillaciones en plaza pública y retransmitido a todo el mundo. Completamente de acuerdo.

3'14 dijo...

Dí que sí. Las cosas claras y la sangre, espesa.