Suelo ir a nadar a una piscina que pertenece a un gimnasio. Disertar sobre la fauna de estos garitos es tentador, pero me lo salto. Me hace mucha gracia que esté todo forrado de espejos ligeramente cóncavos, según mi sospecha, pues dudo mucho que mi cuerpo sufra tamañas mutaciones al entrar al gimnasio. Pero es una gozada verse tan cachas, las cosas como son.
Lo dicho, voy a la piscina, me pego mis largos y a la ducha. Allí coincido con esos armarios depilados multitatuados polihormonados, con esas cosas tan raras que se hacen en el pelo. Yo en mi rincón, secándome. Enfrente tenía un especimen prototípico al cual le notaba algo raro. Me puse las gafas y allí estaba, con todo su cuerpo moreno. Pero todo todo. Ese culito tan bronceado y tan brillante. ¡Ele, qué alegría! Confieso que no era la primera vez que me pasaba pero, oye, a mí estas cosas me impresionan mucho, más que nada por mi sensación de ridículo, con mi moreno de obra de antebrazos renegríos, más el izquierdo que el derecho de conducir. Joder, no estoy a la altura. Cabizbajo me arrastré hasta el primer espejo que encontré (no tuve que andar mucho) donde recuperé mi autoestima ipsofactamente. Tome aire y pensé: vaya espalda se te está poniendo de nadar. Y retomé mi idea primigenia, mi vieja obsesión, de hacerme un tatuaje. Qué bien me quedaría el Libro del Deuteronomio tatuado en el páncreas.
01 agosto 2006
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2 comentarios:
Si te sirve de consuelo, quedan sólo en eso, en chulos-piscinas. Necesitan demasiado tiempo en atender sus cuerpos "perfectos" y quizás estaría mejor que lo dedicasen a otros menesteres..
Seré demagógica!!! Seguro que muchos también cultivan su mente... Sólo tienes tres alternativas posibles a esa sensación... pasar del aspecto físico o dedicarte en cuerpo y alma a él como esos cuerpos 10 o puedes no ser tan radical, y disfrutar del tuyo evitando comparaciones; se vive más feliz y menos estresado con tanto "sacrificio".
No veo muy factible el vivir de mi cuerpo, así que me dedicaré a disfrutar del mismo. Viva el hedonismo.
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