03 julio 2006

Muchachos, no dialogo

Vinimos a vivir a Valencia en septiembre del año 81. Entré, junto a mi hermano, en Dominicos. Allí cursé 2º, 3º de BUP y COU. Allí hice amigos que todavía conservo y que conservaré hasta el final, porque son amigos, los cuales suelo citar muy a menudo: Maroto, Ojos, Alex, Pato, Gorras, Sierpe y Torrija. En los tres años que estuve en Dominicos tuvimos siempre al mismo tutor, el Padre Antonio Cabedo, el Blas, un hombre bueno, pero bueno bueno, un hombre que cada vez que nos regañaba terminaba pidiéndonos perdón, un hombre discreto y entrañable. El jueves pasado murió. Tenía setenta y cuatro años. En su funeral, de nuestra promoción estuvimos el Pato, el Gorras, otro del que no recordábamos el nombre y yo. Pobre Blas. Ya nunca más diremos que tenemos que ir a verle y no iremos. Como suele ocurrir, te quedas con la pena por la muerte de alguien a quien aprecias y con el mal sabor de boca o el remordimiento de no haber hecho más de lo que hiciste. La alegría que le daba al Blas ver a sus muchachos, y sus muchachos estaban siempre a ver si, a ver si. Y ahora el Blas se ha ido y el a ver si se queda en nuestra conciencia. dándole un barniz a la melancolía que produce la muerte de quien representa aquellos años difíciles e inolvidables.

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