Tienen previsto instalar en el Parque de Cabecera de Valencia una noria gigante, tan grande, por lo visto, como la de Londres o la del Prater vienés. O más grande. Lo que haga falta. El caso es que cada vez que leo o escucho Prater de Viena me viene a la mente el recuerdo de dos momentos o situaciones o escenas o como queráis llamarlo.
La primera es la inolvidable final de la Copa de Europa del año ochenta y siete, cuando el Oporto de Artur Jorge le dio la vuelta al partido que perdía contra el Bayern de Munich de Pfaff, Augenthaler y Rummenigge. Qué partidazo de Futre. Y qué golazo de tacón del luego valencianista Rabah Madjer. Fue de esos partidos que terminas eufórico, como el del Liverpool contra el Milán, que luego piensas, joder, esto lo hace el Atleti y me muero. Pero me muero de morirme.
La segunda es la memorable escena de la noria de "El tercer hombre", cuando Harry Lime Orson Welles le dice a Holy Martins Joseph Cotten algo parecido a: mira a la gente allá abajo. Son puntos que se mueven. ¿Qué pasaría si, de repente, uno de esos puntitos dejara de moverse?
Lo cual no deja de ser otra manera de enunciar la gran pregunta: si toda tu felicidad y la de los tuyos dependiese de la muerte de alguien que desconoces en un país remoto, ¿tú qué harías?
19 julio 2006
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2 comentarios:
Zeporro!!! acabas de hacer una sinopsis de la obra de teatro de Alejandro Casona "La barca sin pescador" en la que un hombre de negocios arruinado y al borde del sucidio recibe la visita del diablo que le promete salvarle el pellejo a cambio de que permita mediante una simple firma en el contrato diabólico, el asesinato de un hombre a quien no conoce en un lejano pais nórdico. ¿A que mola el argumento?
Tendré que leerlo. De Casona me leí "La Dama del Alba" y me encantó. Incluiremos a Casona en la lista de perseguibles.
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