05 mayo 2006

Los viernes letales son nutritivos

No está siendo éste peor viernes que otros. Por supuesto que está siendo putamierdoso, pero, bueno, es soportable.

El caso es que, comentándolo, se ve que está extendido el pánico a los viernes. En Ford me contaban que temen especialmente a los viernes a las seis y media de la tarde. Siempre hay algún hijoputa haciendo hijoputeces en el momento más inoportuno.
No veo que sea tan complicado dejar que un viernes sea viernes. Ya están los demás días para padecer. En orden decreciente, claro.

Me explico. Los lunes están para que te toquen los cojones. Los martes también, pero menos. Y así, hasta el viernes, que están para ordenar cosas y para poco más.

Y ya que estoy renegón, pues me gustaría que la visita del Papa a Valencia sea muy fructífera y rentable para la ciudad y sus habitantes. Dos meses antes, entre las obras de la avenida del Puerto y el corte del puente de Monteolivete, el tiempo que tardo del trabajo a casa ha pasado de veinte minutos a una hora. Ni cuando el Valencia juega Champions. Y lo que nos queda. Aguantaremos con resignación el tipo y contaremos hasta mil pensando en los enormes beneficios de la ciudad, en su repercusión y en las chiquitas que vendrán con alegría caminando por la vida buscando la paz y el amor del Señor.

Ahora, como no sea así, Benedicto, Rita, el Sumsumcorda y el que asó la manteca se van a enterar. Lo juro por el bosquecillo de Alex y su vegetación seré yo.

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