Hoy estoy un tanto demagogo y facilón, por lo tanto:
Resulta que a los árbitros de fútbol se les considera semiprofesionales porque cobran unos quince millones de pesetas (cuando digo pesetas son pesetas, no las antiguas pesetas. No. Pesetas) al año, aparte dietas, desplazamientos, gabelas, prebendas y demás. Quince millones. Y no son profesionales. En fin. ¿Qué es ser profesional? ¿Cuántos profesionales hay en España?
Han puesto en marcha una campaña para reducir el consumo de tabaco mientras se conduce porque fumar distrae. Es cierto. Por veinticinco pesetas, cosas que distraen mientras se conduce: el tabaco, la conversación con los de al lado, los críos, el paisaje, los carteles, los otros coches, la radio, los coches deportivos, los autobuses con excursiones de colegios femeninos, los fenómenos meteorológicos, las obras en la carretera, los accidentes, los polígonos industriales y las estructuras metálicas o de hormigón (mi fijación), etc. A ver como se reduce el paisaje.
En el área del Atlético de Madrid, si tú le das una patada al aire, es penalti. Si después lo para el portero, se vuelve a repetir porque ha entrado gente en el área antes de tiempo. Si vuelve a entrar gente antes de tiempo cuando se vuelve a tirar el penalti, no pasa nada porque ha sido gol. Es de una lógica aplastante. Y nuestro Presidente rezando porque no le salpique nada de lo de Marbella.
¿A partir de qué cifra una persona se trastorna y empieza a poner en su casa colmillos de elefante, grifería de oro y jirafas disecadas?
03 abril 2006
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