Als peus de la nostra Geperudeta

La Ofrenda es lo mejor del mundo. Y con mucho. Qué queréis que os diga. Yo me emociono. Niñitas y pasodobles, la combinación perfecta. Mi hijo diciéndole adiós a todo el mundo. Se pasan los horas muertas viendo desfilar a las fallas. Qué poco dura. Una semana de Ofrenda como mínimo, por favor. La Junta Central Fallera no tiene corazón.

Además, y aunque este año no tenía rivales, está el aliciente del campeonato de ver quien se encuentra con más gente conocida. El espíritu dominico me vuelve a poseer y estoy con los ojos sin parpadear mirando a todas partes. Al final he hecho cuatro puntos y he visto a Miguel Ángel Angulo, el hombre que le metió tres goles al Barcelona en una semifinal de Champions y al que siempre silban en Mestalla.

Me ha llamado la atención no ver apenas este año en Fallas grupos de andinos tocando en la calle. Y casi mejor. Al principio estaba bien pues tocaban cosas de su folclore: El cóndor pasa y similares. Pero últimamente tocaban la Melodía desencadenada, Chiquitita y el Titanic y me daban ganas de mandarlos en pelotas de una patada al Aconcagua.

Otra cosa que me ha chocado es que las fallas, en su afán por distinguirse y diferenciarse, han pasado de los pañuelos de colorines y de los blusones en todo el espectro cromático a los polares. Ahora se han puesto de moda, con sus insignias, sus inscripciones y de todos los colores posibles. No sé dónde llegarán en la carrera por la originalidad. Algún día veremos una falla con todos sus miembros, no sé, con el brazo amputado. Hola, somos la chupi falla chipendi lerendi de los muñones. Esta tarde tenemos campeonato de maiseforyuti adaptado y, por la noche, concurso de paellas de boniato. Todo se andará.