Lo malo no es cumplir años. Bueno, este año, con los cuarenta, estuve un rato jodido, aunque ha sido una excepción. Me afecta más ver cumplir años a mis hermanos, que ya se van haciendo mayores, los pobrecitos. Pero no es eso lo peor. Cuando han empezado a hablar del veinticinco aniversario de Tejero, ahí sí que me han dado. ¿Veinticinco años?. Joder, si fue ayer. Si es que me acuerdo perfectamente de todo. No puede ser. Porque este año pensaba que sólo estaba lo del doscientos cincuenta aniversario de Mozart y, bueno, no es un aniversario que me afecte. Además, no será tan estomagante como lo del cuarto centenario del Quijote. No se lleva mal. (Los que tengáis alguna relación con la Mancha sabréis que no había acto en que no apareciera algún mendrugo disfrazado recitando parrafos del Quijote mientras la audiencia se licuaba ante tanta sabiduría concentrada. Yo propuse hermanar las dos conmemoraciones principales del año pasado, a saber: el cuarto centenario de marras y el sesenta aniversario de la bomba atómica de Hiroshima. A tal efecto pensaba hacer prácticas radioactivas con todos los que durante el año 2005 se hubiesen disfrazado de Quijote, Sancho, Ama, Sobrina, Bachiller, Barbero, Dulcinea, Rocinante o galgo corredor. Pero no me hicieron mucho caso.)
Me estoy dispersando. A lo que iba. Que como pasa el tiempo, que de pronto son años.
Que ya soy un hombre de mediana edad y ya avanzada. Que cuando se lleva veintitantos años siendo joven es que algo falla. Que...tampoco es esto lo que quiero decir.
Que adonde quiero llegar a parar es que me jode que el tiempo pase tan deprisa. Que si son cuatro días, llevo dos y ni me he enterado. Que ya son diez años desde el doblete y sólo hemos ganado la liga de segunda desde entonces. Que ya está bien, hombre.
23 febrero 2006
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