Sabía que ganábamos. Lo sabía. No me importó el empate a uno. No me importó el empate a dos. Sabía que ganábamos. Tumbado en el sofá, tapado por una manta cortesía de la British Airways, sólo me inmuté en el tres a dos. Eran diez minutos. Y aguantamos. Y ganamos. Porque yo lo sabía. Sabía que ganábamos.
Y aquí estamos, felices. Todos los atléticos mandándonos mensajitos a las doce de la noche. Hemos ganado. Y todo el domingo con la sonrisa en la boca. Me acordaba de la filosofía de COU, de Nietzsche, del pequeño placer de cada día y de cada noche. Diez años penando y ganar un partido nos hace tocar el cielo. En fin. Hoy ya es lunes. Hoy el Atleti se relativiza. El filtro del trabajo todo lo relativiza. Y yo me cago en el filtro del trabajo. Y, ya que estamos, pues también me cago en le trabajo.
Me gusta el anuncio del Renault Laguna, donde un madurito interesante nos muestra su calidad de vida para acabar cantando en un escenario maldita burguesía, maldita sociedad, odio el dinero. Para ser perfecto sólo tendría que haber añadido no a la guerra y nunca mais. Yo quisiera ser como el progre aquel que es feliz.
30 enero 2006
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